De Varsovia a Gaza

Por Julio Ortega Tous , República Dominicana, TU VOZ

En un primer artículo nos referimos a la historia y la prehistoria de los genocidios humanos. Pareciera que es parte de la naturaleza humana vivir de matándose unos a otros. Ya tratamos el genocidio de los Homo Sapiens contra los Homo Neandertalis.

El genocidio de los pueblos originarios de lo que hoy llamamos América a manos de españoles, portugueses, franceses e ingleses, está en los anales de los grandes genocidios de la historia. La esclavitud africana transatlántica de la economía de plantaciones implantada por esos países europeos, y la economía triangular que produjo el genocidio de millones de africanos. 

La repartición del mundo por la potencias europeas en el siglo XIX en la conferencia de Berlín de 1884, en lo que fue la repartición del mundo colonial particularmente africano y asiático, solamente en India, dejó 65 millones de asesinados por el imperio británico en tan solo 40 años.

Pero en la actualidad asistimos a un genocidio aparentemente con la complicidad y al menos pasividad de gran parte de los gobiernos del mundo. Las Naciones Unidas parecen inservibles para hacer al menos una intervención humanitaria e imponer un cese al fuego en Gaza.

El movimiento Hamás es un derivado de los Hermanos Musulmanes, una asociación islámica moderada que existe en muchos países árabes, como Egipto, Palestina, Siria, Jordania y otros más. Hamás de hecho contó por largo tiempo con el financiamiento y apoyo no público de los gobiernos de Netanyahu.

No hay forma de parar el derramamiento de sangre de civiles y niños tanto israelíes como palestinos en la banda de Gaza y en la Cisjordania ocupada. Y como decía Marx en el 18 brumario de Luis Bonaparte, que la  historia parecía en algunas ocasiones repetirse, unas como tragedias y otra como farsas, no podemos de dejar de pensar la tragedia sufrida por el pueblo judío en Polonia en el gueto de Varsovia en 1943, con la sufrida exactamente 80 años después por el pueblo palestino en Gaza, en parte por parte de los descendientes de las victimas de ese genocidio brutal de los nazis alemanes en la capital polaca.

Polonia era el país europeo con mayor población judía en 1939, cuando estalló la segunda guerra mundial, con unos 3 millones y medio de personas que declaran el judaísmo como su religión o su cultura. Varsovia, la capital polaca, tenía un tercio de su población judía y su contribución al pensamiento, las artes, el comercio, la política, la academia, era cada vez más importante.

La invasión de los nazis alemanes a Polonia en septiembre de 1939, que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial, cambió todo ese panorama. La persecución a la población judía fue brutal. Hitler y su pandilla de matones habían hecho del odio y la persecución a los judíos, en Alemania y fuera de esta, casi un leitmotiv de su política.

Un tercio de la población de Varsovia era judía. Con una comunidad de 375,000 personas, constituían la tercera parte de la población de Varsovia. Solamente New York tenía una población hebrea más numerosa. A la llegada de los nazis tras una breve resistencia del ejercito y la población polaca, la Polonia ocupada se convirtió en el experimento de los métodos genocidio contra los judíos más brutales.

Entre otras se crearon enormes guetos que encerraban los judíos en pequeños espacios, separados del resto de la ciudad por muros de 4 y 5 metros de alto. Se llegó a un nivel de hacinamiento que hasta 17 personas tenían que dormir en una misma habitación en el gueto de Varsovia por el hacinamiento. La deportaciones a los campos de exterminio como Treblinka, Mathausen, y Auschwtiz-Birkenau entre otros comenzaron en 1940 como parte de la llamada “solución final” de exterminar los judíos de las maneras más brutales y salvajes. Cámaras de gases, hornos crematorios, ahorcamiento, fusilamientos en masa, trabajos forzados… la administración alemana otorgaba 184 gramos de calorías por judío en el gueto mientras que los polacos y alemanes recibían 2,800 de calorías de alimentos.

Por un tiempo los judíos del gueto, que concentraba un tercio de la población en un espacio no mayor de 2.5% de la ciudad, pensaron que las deportaciones eran para enviarlos a campos de trabajo. En realidad eran fábricas e industrias de la muerte más macabra imaginable. Por ello el 9 de abril de 1943, grupos armados de izquierda (Organización Judía de Combate) y de derecha judíos (Unión Militar Judía), iniciaron una insurrección heroica que fue brutalmente aplastada por los alemanes. Bombardeos, cortes de electricidad, agua, alimentos y medicinas, fusilamientos y demolición de edificios enteros fueron los métodos de los nazis que se saldó con más 56,000 judíos asesinados o fusilados por la embestida de los nazis. Hoy, la población judía en Polonia es apenas de 1700 habitantes cuando eran casi un tercio de la población total. Eso es lo que se llama “limpieza étnica”.

Los judíos de Europa del norte, Polonia, Alemania, Rusia, Países Bálticos, Holanda, Francia entre otros, se integraron al movimiento sionista fundado a fines del siglo XIX (1897) por un periodista jázaro austriaco, Theodor Herzl, que había sido testigo de excepción del famoso caso Dreyfus en Francia donde un oficial judío del ejército fue acusado injustamente y sin pruebas de espionaje con un alto grado de antisemitismo.

Eso transformó el pensamiento de Herzl que en 1897 escribe un libro que es la base del sionismo (El Estado judío) y que con la influencia de grandes capitalistas y banqueros judíos logran obtener el compromiso de Inglaterra, potencia ocupante de Palestina después del colapso del Imperio Otomano, a través de la Declaración de Balfour por  medio de la negociación de grandes capitalistas judíos en Europa occidental, encabezados por el Barón de Rosthschild, uno de los banqueros más ricos del mundo.

El sionismo logró trasladar a Palestina 500,000 judíos europeos entre inicios de siglo XX y 1935, lo que constituía un tercio de la población de Palestina.

En 1948 se produce la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU que aprueba el Plan de Partición de Palestina, en un 53% para el Estado de Israel y un 47% para el Estado Palestino.

Dicho plan NUNCA se aplicó. Los sionistas comenzaron un guerra de expulsión de la población palestina de sus tierras y hogares, que se conoce como La Nakba  (la catástrofe en árabe) que significó la expulsión de sus tierras ancestrales y pueblos de unos 700,000 palestinos, que fueron deportados a Cisjordania (entonces bajo soberanía de Jordania) a Gaza (bajo soberanía egipcia) y a los países árabes circundantes como Líbano y Siria entre los más relevantes.

En el plan de partición de la ONU la ciudad de Jerusalén quedaba bajo mandato internacional vía la ONU por su importancia para tres grandes religiones. Tampoco se cumplió ese acuerdo y Jerusalén oeste quedó bajo ocupación israelí y Jerusalén este bajo control jordano-palestino. Desde entonces diferentes agrupaciones palestinas se constituyeron como resistencia a la ocupación y usurpación colonial de Israel, y en 1964 se fundó la Organización de Liberación de Palestina (OLP) encabezada por el líder histórico de la misma Yasser Arafat. La resistencia palestina se ha manifestado de distintas formas: lucha armada, ataques suicidas, negociación diplomática, entre otros, que permitió la instalación de la Autoridad Nacional Palestina en 1993 y la división del movimiento de resistencia.

Israel ocupó la banda de Gaza en la guerra de los seis días de 1967.  Como se estipula en el prefacio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, leemos “que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familias humana”….”y que es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

Los palestinos comenzaron la primera Intifada (revuelta) en 1987 y en 1993 tanto Gaza como Cisjordania quedaron bajo la Nueva Autoridad Nacional Palestina producto de los Acuerdos de Oslo entre Yasser Arafat y Yitzhak Rabín.

Producto de la segunda Intifada en 2005, Israel se retiró de la Banda de Gaza y creó un sistema de vallas o muros que son imposibles de atravesar creando lo que se ha llamado “la cárcel a cielo abierto más grande del mundo”. Gaza tiene 360 KM2 con 40 km de largo y 10 de ancho, limitando con el Mar Mediterráneo a los cuales los palestinos no pueden salir a más de 3 kilómetros para pescar.

Tiene unos 2 millones y medio de habitantes de los cuales 81% está en pobreza extrema.En las elecciones al Consejo Nacional Palestina en 2006, Fatah obtuvo el 41% de los votos y 45 escaños mientras que la coalición Hamás obtuvo 44% y 74 escaños. Esto desencadenó una ruptura total entre Hamás y Fatah (el principal partido de la OLP) que llegó a enfrentamientos armados.

Por ello, el territorio de Gaza que es gobernado por Hamás y el de Cisjordania (o lo que queda bajo soberanía palestina) es “gobernado” por Fatah. El movimiento Hamás es un derivado de los Hermanos Musulmanes una asociación islámica moderada que existe en muchos países árabes, como Egipto, Palestina, Siria, Jordania y otros más. Hamás de hecho contó por largo tiempo con el financiamiento y apoyo no público de los gobiernos de Netanyahu, con el fin de fortalecer un movimiento islamista contra uno secular como Fatah, y así debilitar la resistencia palestina.

La mayoría de los países del mundo exigen un alto al fuego, la apertura de corredores humanitarios y el fin del derramamiento de sangre. La impunidad israelí sólo se explica por el veto de los EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU que se encuentra totalmente paralizada.

¿Perdió su sentido de ser la ONU cuando no puede hacer nada en una tragedia como esta? Los israelíes merecen vivir en paz. Los palestinos merecen su propio Estado desmontando las colonias israelíes dentro de Cisjordania y vivir en paz con fronteras seguras. Esta debe ser la prédica de los países pequeños o grandes del mundo.

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