México finaliza bloqueo a Cuba.

Maria Dolores Guzmán, Redacción de revista TU VOZ México.

México y Cuba firman acuerdo histórico de cooperación petrolera y solidaridad humanitaria. En un giro inesperado, pero largamente acariciado por la historia, México y Cuba han sellado un pacto que reconfigura el mapa diplomático de América Latina.

El gobierno mexicano ha tomado una decisión sin precedentes en la política exterior contemporánea. Ha enviado más de 400,000 barriles de petróleo a la isla caribeña como parte de un ambicioso plan de cooperación humanitaria. Este acto va mucho más allá del envío de hidrocarburos. Simboliza el rompimiento definitivo del cerco económico que ha asfixiado a Cuba por más de seis décadas.

México no solo ha extendido la mano a Cuba, ha alzado la voz contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos y ha declarado ante el mundo que ya no será cómplice del aislamiento de un pueblo hermano. Desde los tiempos de Benito Juárez y José Martí, pasando por el exilio mexicano de Fidel Castro en los años 50, los lazos entre México y Cuba siempre han desbordado las fronteras convencionales de la diplomacia. Pero bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, esa cercanía se convirtio en acción concreta y desafiante.

La ayuda no se disfraza, es explícita, contundente y estratégica. Durante una conferencia en Palacio Nacional, la presidenta Claudia Shainbaum confirmó lo que ya era un secreto a voces México apoya a Cuba por razones humanitarias y además nunca ha estado a favor del bloqueo. «Esto no es nuevo, forma parte de nuestra política exterior histórica. Estas palabras fueron seguidas por cifras. Más de 400,000 barriles de petróleo ya se han enviado en un gesto que no solo representa solidaridad, sino también valentía política».

Para que se tenga perspectiva, México produce entre 1,600,000 y 1,800,000 barriles diarios. Lo enviado a Cuba ni siquiera equivale a la producción de un solo día, explicó la mandataria. Pero lo simbólico es más poderoso que lo cuantitativo. Esta entrega significa, sin ambigüedades, el principio del fin del aislamiento regional de Cuba.

México está dispuesto a liderar una nueva etapa de integración latinoamericana, donde la dignidad de los pueblos se imponga a la hegemonía de las sanciones. El convenio firmado entre ambos países no se limita al suministro energético, incluye apoyo técnico, asistencia en materia de salud y medicamentos, exportación de alimentos esenciales y el fortalecimiento del intercambio educativo y cultural.

Fuentes cercanas al gobierno mexicano han revelado que también se está trabajando en la creación de un fideicomiso regional para garantizar la estabilidad de suministros hacia la isla, aún en contextos de crisis energética global. Además, se estudia la posibilidad de que buques de la Marina Mexicana transporten futuras cargas para evitar bloqueos indirectos o amenazas logísticas por parte de actores hostiles.

No se trata solo de enviar petróleo, se trata de construir un corredor de dignidad entre México y Cuba, un eje de resistencia y fraternidad, declaró un alto funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El gobierno de Estados Unidos, por ahora ha optado por el silencio, pero en los pasillos del Departamento de Estado se respira incomodidad. Esta acción directa de México no solo contradice la narrativa del embargo, sino que expone la inhumanidad del bloqueo ante los ojos del mundo.

Mientras tanto, gobiernos como los de Brasil, Colombia, Venezuela y Honduras han expresado su respaldo. Incluso desde Europa, algunas voces en España y Francia han saludado la medida como una muestra de soberanía y coherencia diplomática. Como era de esperarse, los sectores más conservadores de México han levantado la voz. alegan que el envío de petróleo representa un gasto innecesario, que se regala lo que hace falta en casa, que se apoya a una dictadura.

Pero la respuesta presidencial ha sido directa y sin titubeos. «Aunque haya críticas, nosotros vamos a ser solidarios. Se trata de una decisión humanitaria y soberana. México no obedece lineamientos ajenos cuando se trata de principios». Y es que el momento histórico también se conjuga con la consolidación del proyecto de la cuarta transformación. Mientras se da este viraje diplomático, la economía mexicana sorprendió al registrar un crecimiento del 1.5% en el último trimestre, superando todas las expectativas. «Decían que no habría Tren Maya, que no habría aeropuerto Felipe Ángeles, que no habría interoceánico, que no alcanzaría para las pensiones. Pues aquí están los resultados», declaró con tono triunfal Shain Baum.

Este nuevo capítulo abre posibilidades impensables hace solo unos años. Voces dentro del Parlamento cubano ya hablan de una nueva etapa donde México podría fungir como mediador regional para descomprimir las sanciones internacionales. El acuerdo también contempla inversiones conjuntas en el área biotecnológica, lo que podría relanzar la industria médica cubana con apoyo financiero y logístico mexicano. No es exagerado decir que este pacto es una bofetada a la política de asfixia económica. Es una declaración de autonomía diplomática por parte de México y al mismo tiempo es una advertencia.

América Latina ya no está dispuesta a permitir que potencias extranjeras impongan castigos colectivos a pueblos enteros. En este contexto, el acuerdo ha sido calificado como el primer paso de una alianza estratégica prolongada. Se han mencionado incluso planes para la construcción de una refinería modular en la isla con asistencia técnica mexicana, así como la posibilidad de que Cuba ingrese como país observador en proyectos como el corredor interoceánico del ismo de Tehuantepec.

Esta proyección no solo refleja un realineamiento diplomático, representa el nacimiento de un eje de resistencia latinoamericana con ambiciones claras: independencia energética, soberanía tecnológica y unidad política. Con esta decisión, México ha tomado una postura que podría tener implicaciones profundas en las relaciones hemisféricas. El envío de petróleo a Cuba no es simplemente una operación logística, es una proclama ideológica. La región tiene derecho a la autodeterminación, a la solidaridad sin condiciones y a la cooperación entre iguales.

Y mientras las vallas que protegen Palacio Nacional aún recuerdan tiempos de confrontación interna, el espíritu del Zócalo parece reclamar una reapertura, un reencuentro con el pueblo. Porque si algo ha quedado claro en esta etapa es que la política exterior de México ha vuelto a su raíz popular la defensa de los pueblos por encima de los intereses de las élites globales.

La firma de este acuerdo no es un gesto aislado, es la culminación de una visión que se ha venido gestando por años, una respuesta al abuso sistemático que representa el bloqueo económico y es también el comienzo de una nueva era en la que México con dignidad y firmeza decide quiénes son sus aliados, cómo debe ser su política internacional y qué principios está dispuesto a defender, aún cuando el mundo entero se oponga.

México ha dicho basta y Cuba, tras décadas de soledad institucional vuelve ver una luz de esperanza. El bloqueo no ha sido roto aún, pero México ha dado el primer golpe certero.