Aún recuerdo la sangrante evidencia de la explotación a migrantes que nos dejó la pandemia. El 7 de abril de 2020 el gobierno español aprobó por Decreto Ley que los parados pudieran incorporarse al sector agrícola sin perder la prestación por desempleo. La razón: las restricciones de movimiento impedían la provisión de migrantes que se ocuparan de esos trabajos esclavos. En un país lleno de personas en ERTE y con una de las tasas de paro más altas de Europa, nadie quería aceptar las condiciones de un campo poco mecanizado. Pero nos dió igual, fue una noticia más que ocupó un par de minutos en las pantallas de alguna gente, y quizá tres o cuatro en las de los aragoneses, extremeños, catalanes, riojanos, murcianos y navarros, que viven esta realidad más de cerca. La empatía entiende de colores, por lo que esto no es más que agua pasada. Ahora, ¿qué pensarías si te dijera que en Países Bajos los explotados somos nosotros?
Aquí los españoles somos esos desesperados que mantienen el país por una propina. Miles han sido captados por los reclutadores de empresas de trabajo temporal neerlandesas. Te encandilan con un alto salario mínimo, un alojamiento asegurado y el contrato que puedes firmar mañana. Esconden que no tendrás una cantidad fija de horas (posiblemente por debajo de 30, así que eso del salario mínimo puede que ni lo huelas), que compartirás una habitación por la que pagarás 450€ (ellos la alquilan por ese precio y meten a dos personas en ella) y que las condiciones que te prometieron a distancia pueden cambiar una vez pises tierra (lo mismo te mandan a 200 km del destino preacordado).
Desgraciadamente, ésa no es la única fuente de precariedad de los españoles desplazados a tierras naranjas. El Personal Laboral en el Exterior (empleados de administraciones públicas en el extranjero sin la condición de funcionario) cuenta por lustros el tiempo en el que sus salarios han estado congelados, carece de convenio laboral y existe una alarmante falta del personal que sobrecarga a estos trabajadores (intenta tú pedir cita en un consulado).
En definitiva, lo que decidimos ignorar dentro de nuestras fronteras lo sufrimos fuera de ellas. Debe dolernos cada injusticia como si fuera nuestra y se ha de poner coto al festín de aquellos que explotan al más necesitado.
Ahora en las comunidades autónomias tenemos votaciones y propuestas desde el exterior para la Diaspora en materias de retorno Integeal , con políticas de Vivienda justas para los más desfavorables como Valencia con Hector Illueca, Madrid con Alejandra Jacinto , Noemi Santana en Canarias o Antonia Jover en Baleares son comunidades pioneras en la ejecución dd programas en vivienda.
Por eso, te pedimos votar a Podemos. La única fuerza que nunca duda de elegir el lado de quién peor lo pasa. La fuerza que impulsó la primera reforma laboral que dio derechos a la clase trabajadora. La fuerza que no le debe nada a los bancos. En estas elecciones, ¡sí se puede!
Comunicación del Círculo de Países Bajos