En Argentina se asesina una mujer cada 28 horas, pero el término eco-feminismo a muchos les suena radical

Por Walter C. Medina

ENTREVISTA A ALBERTINA MARANZANA

El bloque “El Angulo” del programa radial “Cenizas de Babilonia. Diáspora Española” -que emite AM830 Radio del Pueblo- continuó esta semana con el ciclo especial denominado “Rumbo al 8M”. En esta oportunidad, Carolina Valencia entrevistó a la abogada y eco-feminista Albertina Maranzana, que además es coordinadora de Demetra Nómade Arte y Plantas, “una forma alternativa de vincularse con la naturaleza”.

“Vengo trabajando desde hace algunos años con otra compañera, que es mi socia, en un proyecto eco-feminista». El Eco-feminismo surge del cruce entre el ecologismo y el feminismo, es una corriente doctrinaria y filosófica que tiene a autoras y autores que se discuten en las universidades; y a la vez es un movimiento social que sostiene que el capitalismo –sobre todo occidental- se ha desarrollado de espaldas a las bases materiales que sostienen la vida. Esas bases que hacen posible la vida tienen que ver con las funciones que realizan las mujeres y que realiza la naturaleza, y que el capitalismo da por sentado sin otorgarles ningún valor ni remunerarlas.

¿Por qué? Porque todas las personas somos eco-dependientes e inter-dependientes. Eco-dependientes porque necesitamos de la naturaleza para proveernos de alimento, de abrigo, de cobijo, de todos los materiales que forman nuestras casas; y somos inter-dependientes porque dependemos de otras personas para nuestro cuidado, para nuestra vida. Sobre todo al principio y al final de nuestras vidas.

Las tereas de sostenimiento de la vida y del cuidado de las personas que realizamos gran parte de las mujeres que no son reconocidas por el capitalismo. Y sobre todo se les ha asignado a las mujeres por la división del trabajo, donde se entiende que nosotras tenemos que realizar esas tareas porque ese es el rol que nos toca en la historia, y a los hombres se les reserva más tareas de gerenciamiento.

ALBERTINA MARANZANA

El eco-feminismo viene a correr el velo acerca de todas esas funciones y a reclamar cuál es el concepto de trabajo, o sea, por qué consideramos trabajo a lo que está remunerado, a la tarea que realizamos en la oficina o en unidades productivas, y no consideramos trabajo a todas las tareas de cuidado, a lavar la ropa, a planchar, a preparar la comida y demás. También corre el velo de todos los procesos que están detrás de todo lo que consumimos. Las eco-feministas dicen “ver la lluvia detrás del papel”, porque para que podamos tener el papel se necesitaron árboles, para que los árboles crezcan se necesitó agua, solo y los ciclos de las estaciones.

El eco-feminismo intenta develar todas esos procesos que están escondidos, que tienen un valor, y que no son reconocidos por el sistema”En relación a las mujeres rurales, Maranzana sostuvo que “del mismo modo muestran todas las inequidades que surgen al interior de las unidades productivas de agricultura familiar, donde generalmente las mujeres son las que realizan trabajos del ámbito privado y público en un mismo territorio, y que a diferencia de las mujeres que vivimos en ámbitos urbanos, las mujeres rurales tienen esos dos ámbitos en uno, entonces nunca termina de quedar claro qué es trabajo y qué no lo es, qué es reproductivo que qué no es reproductivo, cuánto tiene reconocimiento y cuánto no.

Hacia el interior de las agriculturas familiares hay una división del trabajo muy marcada, donde el hombre tiene un rol gerencial, más intelectual, más de diseño de estrategias de cómo comercializar los productos. La mujer siempre tiene un rol menor, asignado a tareas más pequeñas. En Argentina se asesina una mujer cada 28 horas, hay un femicidio por día. Eso lo naturalizamos. Pero decir “eco-feminismo” a muchos les suena como un término radical”.

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