Bajar los precios entre un 40-50% dependiendo de la zona, movilizar las miles de viviendas vacías, reformar el parque de viviendas, y la prohibición de los pisos turísticos serían soluciones efectivas.
El PSC sin embargo no parece seguir esta línea y las fuerzas de izquierdas que podrían exigírselo ahora mismo no están por la labor.
Por si todo esto fuese poco, a la crisis medioambiental y residencial, hay que sumarle la crisis social.
Se venía prefigurando hace años una ruptura de los consensos sociales, ahora ya es una realidad, el fascismo más descarado ha tomado la iniciativa argumental, medios de comunicación e influencers de redes sociales expanden el mensaje del odio del racismo, la xenofobia, el anti feminismo, la aporofobia. Bulos, que hacen que la crueldad esté de moda, hasta el punto de que la violencia pase de las palabras a los hechos, véase los progromos de Torre Pacheco o el incendio provocado de la mezquita de Piera.
Genocidio en directo en Gaza por parte del Estado sionista de Israel, un autócrata en la Casa Blanca, un libertario desbocado en la Casa Rosada, una guerra en el corazón de europa alimentada con dólares y euros y regada de la sangre de decenas de miles de inocentes.
Violencia fascista en toda Europa, las cosas no andan bien, el mal no descansa por vacaciones y cuando la actividad Parlamentaria vuelva en Septiembre dudamos que con esos mimbres que nos ofrece el corrupto bipartidismo o la indiferencia de la mayoría de los partidos autodenominados de izquierdas podamos hacer un buen cesto.
Quizá si la gente quiere y necesita un partido de izquierdas, que hable y haga políticas para la mayoría social, tendrá que votar a esos partidos de izquierdas.
Mientras tanto, no esperar ni desesperar, la movilización contínua en las calles en defensa de nuestros derechos ha de ser el pan nuestro de cada día, nos quieren vencer, pero seguro que no nos van a convencer, y mientras hay vida hay esperanza.