Por Jesús Rivero, Redacción de Revista TU VOZ, Rosario, Argentina.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, llegaron a un acuerdo aduanero en Turnberry, Escocia, el pasado domingo 27 de julio.
Paso poco más de una hora, no más, antes que los periodistas, a quienes los dos líderes habían dicho previamente que tenían “un 50% de posibilidades” de llegar a tal acuerdo, fueran convocados en el lujoso salón de baile del complejo de golf Trump Turnberry, en la costa oeste de Escocia.
Las delegaciones europea y estadounidense aplaudieron cuando Von der Leyen y Trump se dieron la mano como sello del esperado acuerdo.En lo económico es un mal acuerdo por su asimetría.
La Unión Europea acepta aranceles del 15%– frente al 2% previo—y sectores como el acero y el aluminio afrontan cargas muy elevadas..Es un acuerdo asimétrico porque está claro que quien gana es Estados Unidos.
Donald Trump es conocido por sus vaivenes y rectificaciones y la letra pequeña de este acuerdo esta aún por concretarse en ámbitos tan sensibles como el farmacéutico o el agrícola. Pero nada de esto debería sorprender: estaba escrito desde que la UE optó por el apaciguamiento en vez de la reciprocidad cuando Washington impuso sus aranceles el llamado “día de la liberación” en abril.
Es previsible que sin una alianza firme entre los países que representan el 87% del comercio internacional, Estados Unidos que representa sólo el 13% acabaría imponiendo sus términos más favorables a cada socio por separado en negociaciones bilaterales.
En el corto plazo la industria y la agricultura europeas se adaptarán y aprenderán a navegar el arancel del 15%.Les ayudará también que, por ahora, Estados Unidos depende en gran medida de Europa para su suministro de productos intermedios, y que la inestabilidad interna de su mercado hace poco creíble una diversificación rápida.
De hecho estos aranceles pueden terminar perjudicando más a la competitividad de la industria estadounidense que a la Europea.Sin embargo lo más increíble del acuerdo es la derrota geopolítica europea.
La Unión Europea ha asumido y legitimado por la vía del acuerdo, una visión de las relaciones internacionales basada en la ley del más fuerte. En un mundo de depredadores si uno es débil, no le queda más remedio que aceptar lo que se le imponga.Pero la UE tenía alternativas. Y el resto del mundo miraba a Europa y esperaba que estuviese a la altura.
Que se defendiera y así defendiera una concepción del orden internacional basada en reglas, en el pacto y en el respeto a la norma. Pero la UE ha mostrado debilidad. Es posible que al ser una potencia comercial, la Europa geopolítica es aún un proyecto en construcción y que el apoyo estadounidense es indispensable para sostener la defensa de Ucrania, frente a Rusia.
Pero mostrar sumisión no es la vía.Si Europa no desea ser vasalla ni de Washington, ni de Pekín sólo le queda un camino: avanzar cuanto antes hacia su autonomía estratégica.
Sólo más Europa en energía, en tecnología, en mercado único, en integración de mercado de capitales, en defensa—permitirá a los europeos tener voz propia.
