“En cuarenta años de permacultura hay una similitud total con los diez años de Podemos”

Por Walter C. Medina

ENTREVISTA A ADRIANA HAYDÉE.

Creadora de la Asociación Permacultura, impulsora de proyectos, gestión y administración, relaciones públicas y colaboración con entidades vinculadas a los derechos humanos y a la ecología, Adriana Haydée es integrante de “Barcelona Sostenible”, ha participado además en la declaración de Emergencia Climática, participa en el área de Paz de Podemos, y colaboradora de Podemos Argentina.

Entrevistada por Ximena Donamaría, Noelia Morínigo en el bloque “El Ángulo” del programa radial “Cenizas de Babilonia. Diáspora Española” (AM830 Radio del Pueblo, Haydée analizó la importancia de la permacultura manifestando que “La semilla tiene que ver también con la gota de agua y con aquella cosa pequeña que cada uno de nosotros aportamos. La elección es entre el miedo, que es lo que genera la violencia, la envidia, etc, etc”

¿Cómo empezó esto de la permacultura?

La actividad empezó como agricultura permanente, hace más de cuarenta años, cuando se empezaron a ver los efectos de los monocultivos de la famosa “revolución verde”; y entonces se destruyó el verde. Entonces el padre de todo esto es un científico japonés que en la revolución de una brizna de paja; son cuarenta años que empezaron con la admiración de la naturaleza, la naturaleza no produce residuos.

Cómo se tienen ecosistemas sanos y diversos; y de esta observación y de estos cuarenta años hay mucha faena hecha en muchos lugares del mundo. ¿Y quién es el número uno en permacultura en el mundo? Es Argentina.

Por estas cosas locas de la vida viajé por los cinco continentes, escribí un libro que se llama “Alimenta también tu alma”, y fundamos esta asociación entre Buenos Aires y Barcelona, y estamos en Uruguay también y en otros países.

¿Podrías contarnos acerca de la campaña que Semilla de Paz cuyo lema es Querer es Crear?

La semilla tiene que ver también con la gota de agua y con aquella cosa pequeña que cada uno de nosotros aportamos. La elección es entre el miedo, que es lo que genera la violencia, la envidia, etc, etc; miedo a que no te quieran, miedo a que no te acepten, miedo a morirte, miedo a enfermar, miedo a la pobreza. Y del otro lado está el amor, empezando por una misma. Sobre todo las mujeres de mi edad, yo tengo 68 años, venimos con aquel San Benito del sacrificio, es un problema generacional.

El amor empieza por una misma. Yo hablo en femenino porque hablo de personas, da igual la identidad sexual. Las personas influimos en el entorno y el entorno nos influye. Ese poder que tenemos de poner una semilla, de dar un abrazo, de dar contención, esa capacidad tan maravillosa que hay en Argentina cuando te juntás en la plaza, un millón de personas cantando el himno, abrazados.

Ahora los veo a los estudiantes y me emociona, me conmociona. Hace cuarenta y un años, cuando llegué aquí, era impensable que existiera un desahucio, era como una cosa de otro planeta que viniera la policía y sacara a la gente a la calle, a familias españolas, ya no estamos hablando ni siquiera de la inmigración, estamos hablando de los de aquí.

Venimos de más de 500 mil desahucios, sigue habiendo desahucios, me acaban de invitar a uno aquí en Cornellá; y estos son los grandes tenedores. Y tiene que ver también con el bipartidismo en donde también entra la coletilla de Iniciativa Per Catalunya, del Partido Comunista, o sea, esa izquierda que pasó por el tubo, no estoy hablando de idearios sino de dirigentes políticos que pasaron por el tubo de la corruptela, como la mayor ultraderecha o el mayor PP.

Yo viví la época de Jordi Puyol, de Convergencia y Unión, de Felipe Gonzales, socialista, obrero, español, y del Rey Juan Carlos. Esa terna fue la que generó una infraestructura de blanqueo. De aquello, esto. Todavía seguimos con los desahucios, por eso es tan importante lo de la vivienda, que cuando sigues el rastro viene del ladrillo, de los Chicago Boys en Chile.

Seguimos con la misma historia, de que la construcción es el motor de la economía. Y de ahí la vivienda como bien de mercado, y de ahí la especulación y la destrucción del planeta, aunque sea un suicidio en masa. De ahí la reflexión de las protestas con propuestas que viene de las Madres de Plaza de Mayo, y de ahí la permacultura como propuesta de crecimiento personal. Formamos parte de una comunidad que tenemos que regenerar, sin lugar a dudas.

Entonces celebro la lucha que hay en Argentina contra esta bestia que vino a romper la institución y que nos está mostrando qué pasa cuando no hay Estado, que tiene la cobertura mediática y judicial nos sigue llevando a episodios de genocidio y ecocidio que no van a ningún lado. El cambio de modelo, el cambio de sistema, de producción y consumo que necesitamos, es estructural; y eso da miedo, pero habrá que abordarlo con mucho amor y en un espacio como es la permacultura, que se trata de cuidar a las personas, cuidad a la naturaleza, y compartir recursos.

En estos cuarenta años de permacultura hay una similitud total con los diez años de Podemos en España, que cuida a las personas, a la naturaleza y comparte recursos.

¿Cómo surge tu relación con la vida política y por qué eliges Podemos en España?

Yo llegué en 1983 y por los incendios siempre estuve muy vinculada a los movimientos ecologistas y a los movimientos de Plaza de Mayo. Yo conocí a Hebe de Bonafini en Castel del Fels, y yo que había estado en La Plata estudiando en la época de La Noche de los Lápices, y puedo dar fe de que nunca me enteré de lo que estaba pasando.

Soy de esas que estaba en una nube de pedos, me había casado a los 17 años, a los 18 años me divorcié con desfiguración de rostro, típico de violencia de género. La cuestión es que viví un genocidio y no me enteré. En el 94 subí caminando a la Virgen de Monserrat, que es la montaña que reina Catalunya, y le dije a la virgen “morena, ocúpate tu”, yo pongo el cuerpo pero tú tiras del carro. Y pasé de vender artesanías a ocuparme de la ecología y los derechos humanos. Yo siempre estuve en movimientos sociales, rechazando cargos políticos.

Yo soy activista. Cuando murió Néstor Kirchner yo estaba en Buenos Aires y bajé a la plaza, yo bajé de turista, y me encontré con un millón de personas llorando y a la noche les pasé a mis amigos de España lo que estaba viendo y lo que estaba viviendo. Buscabas por Internet y no había información; la web de la Casa Rosada apareció después. Y ahí me enganché con el 678, con los auto-convocados, me fui a una entrega de viviendas, estaba Cristina, Cabandié, y esa experiencia me hizo volver a creer.

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