Elecciones en EEUU

Good evening, friends!

Por fin llegó el día más importante de 2022 para EEUU, el de las elecciones generales de medio ciclo. En estos momentos las urnas han cerrado o están a punto de cerrar en los estados de la costa este pero aún siguen abiertas en la costa oeste y en Hawái. Los resultados totales no se sabrán hasta bien entrada la noche, eso si es que no hay acusaciones de fraude por parte de candidates perdedores del partido Republicano. Yo no sé todavía si atiborrarme de café y quedarme despierta a ver qué pasa o si tomarme una pastilla para dormir y enfrentarme a la realidad por la mañana. 

¡Qué nervios, chiquilla!

Hace dos semanas os dije que, por lo general, las elecciones de medio ciclo tienen una menor participación que las presidenciales porque se suelen considerar menos importantes. Pero las de hoy son excepcionalmente importantes. 

Y si no me creéis a mí, seguro que creeréis a Barak Obama, que la semana pasada dijo que, si les candidates republicanes ganan en Arizona, puede que la democracia tal como la conocemos no sobreviva en ese estado. ¿Por qué? Pues porque la gobernadora, uno de los dos senadores, el secretario de estado y el procurador general serían lo que se conoce aquí como election deniers, negacionistas de las elecciones. Es decir, piensan que Joe Biden no ganó en 2020. De ser elegidas, estas cuatro personas podrían simplemente anular el resultado de cualquier elección en Arizona. Y negacionistas como ellas hay unas 300 a lo largo y ancho del país que pueden hacer mucho daño.

El presidente Biden también ha hecho declaraciones similares, más recientemente la semana pasada. Os traduzco unas oraciones y voy a poner un acento más fino para que quede claro que no son mis palabras: “Esta es la lucha en la que nos encontramos: una lucha por la democracia, una lucha por la prosperidad y el progreso, una lucha por el alma misma de los Estados Unidos. No os equivoquéis – la democracia es una de las opciones en estas elecciones para todes nosotres”. Bueno, él probablemente no diría “todes nosotres” si hablara español porque seguro que pensaría que esa es una forma boba de expresarse. Ni tampoco dijo “Estados Unidos”, sino “América”, pero eso me parece incorrecto como poco, ignorante como bastante y ofensivo como mucho. Pero vamos, la esencia la tenéis: la democracia está en juego hoy.

Y da la impresión de que una mayoría de la población estadounidense está de acuerdo con lo que dicen Obama y Biden. También la semana pasada, el Washington Post publicó los resultados de una encuesta en la que el 88% de encuestades dijo que le preocupaba mucho o bastante el aumento de la violencia política. Este estudio se llevó a cabo después de que tuviera lugar un ataque que ha dejado horrorizada a la mayoría de las personas con una mijita de humanidad. Os explico, por si no seguís paso a paso los intríngulis del imperio: 

A finales de octubre, de madrugada, un hombre de 42 años rompió el cristal de una puerta trasera de la casa de Paul Pelosi, de 82, y lo atacó con un martillo. Aunque le fracturó el cráneo y le hirió los brazos, Paul no era la víctima que iba buscando. El asaltante entró en la casa gritando “¿Dónde está Nancy?”, refiriéndose a la mujer de Pelosi, que es una diputada Demócrata y Speaker of the House, portavoz de la Cámara Baja del Congreso, también de 82 años. Ella no estaba allí porque, claro, trabaja en Washington. Pero el asaltante no lo sabía y quería hacerla prisionera, interrogarla y romperle las rótulas si no le gustaba lo que le respondía. 

Aunque este incidente es inusual, incluso para este país que todavía parece estar viviendo en el far west, no se puede decir que sea del todo inesperado. Porque Trump y los neonazis que lo siguen han estado fomentando el odio y la violencia hacia esta mujer, que, como portavoz de la Cámara Baja, es la persona en la que recaería la presidencia si les pasara algo al presidente Biden y a la vicepresidenta Harris. Y si habéis visto escenas del asalto al Capitolio en enero de 2021, a lo mejor habéis visto a algunos de los energúmenos que iban hacia su despacho gritando “¿Dónde estás, Nancy? Te estamos buscando”. Como en una película de terror. 

Antes de Trump, un incidente de este tipo habría causado una reacción generalizada de rechazo. Pero en las circunstancias de violencia neonazi normalizada que vivimos gracias a él y sus secuaces, ha habido voces en el partido Republicano que han difundido bulos sobre la veracidad del ataque. Y hasta ha habido personas, como Elon Musk, que han sugerido que el atacante quizás fuera un prostituto contratado por el señor Pelosi, y no lo que es en realidad: una persona radicalizada por ideas conspiranoicas, misóginas, antisemíticas y racistas. Un individuo que se cree atacado por minorías, a pesar de que su privilegio ha quedado recientemente confirmado: aunque es un inmigrante indocumentado que lleva más de 20 años en EEUU sin permiso de residencia, su presencia aquí no ha sido cuestionada nunca, probablemente porque es un canadiense blanco.

Y para terminar os cuento algo personal, un ejemplo de los efectos psicológicos que tiene el ambiente tóxico en que vivimos en el país de la libertad. 


El jueves fui de voluntaria para hacer lo que aquí se llama canvassing. Aunque hay distintos tipos de canvassing, lo que yo tenía que hacer es ir a las casas de votantes demócratas y dejar un folleto para recordarles que votaran el martes y a quién tenían que votar. Nada problemático. 


Pero cuando llegué al vecindario que me tocó, que parecía de clase más bien media/baja, me encontré con un montón de carteles pinchados en el césped o colgados de vallas a favor de Trump (aunque él no es candidato esta vez). Y las calles no tenían espacio para aparcar, así que tendría que aparcar en el césped de alguna casa, preferiblemente una que no tuviera cartel. Pero aun así tenía miedo de elegir mal y que el dueño o la dueña saliera con una escopeta y me pegara un tiro, algo que en el estado de Florida es perfectamente posible. Así que di vueltas durante 10 minutos y al final localicé, a varias cuadras, un aparcamiento en una residencia de ancianes y aparqué allí.

Pero antes de bajarme del coche, me quité la etiqueta con mi nombre que me dieron en la sede del partido y guardé los folletos en mi mochila, para que nadie pudiera si quiera sospechar que iba de parte del partido Demócrata. 

Y no termina todo aquí. Cuando dejaba los folletos en los pomos de las puertas (eran como los carteles de no molestar que tienen en los hoteles), me aseguraba de que no hubiera nada visible que pudiera identificar a las personas de la casa como demócratas, no fuera que las estuviera sacando del armario en ese vecindario republicano y las pusiera en peligro.
En fin, que creo que me estoy volviendo paranoica también.
Bueno, lo dejo aquí. 
Como dicen que dijo Julio César, alea jacta est, la suerte está echada. 

Celeste Delgado Librero,EEUU.

Redacción Revista TU VOZ.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sitio protegido por Google reCAPTCHA. Ver políticas de privacidad y términos de servicio.

Desarrollo Web Efemosse