El Reloj del Fin del Mundo es un indicador científico sobre el riesgo existente en cada momento de una hecatombe generalizada que ponga en peligro la existencia de la humanidad. Este reloj del Apocalipsis, como también se le llama, tiene en cuenta parámetros como el peligro de una guerra nuclear, el calentamiento global, el agotamiento de los recursos naturales, epidemias y otros factores similares.
A los graves riesgos arrastrados desde el final de la segunda Guerra Mundial, años 50, hasta el colapso del bloque del Este y de la llamada “Guerra Fría”, a principios de los 90, se han ido sumando los que a juicio de la Junta científica que controla esta original pero alarmante “espada de Damocles” sobre nuestras cabezas (no, Putin no tiene la exclusiva), han considerado otros factores que nos sitúan a la Humanidad al borde del abismo. Estas nuevas amenazas, ninguna incompatible con las demás y todas en crecimiento global serían el Cambio Climático, las crisis sanitarias o pandemias, y las más recientes del bioterrorismo, los efectos de la Inteligencia Artificial y de la guerra en Ucrania.
Por otra parte las premoniciones de nuestro estimado periodista e intelectual galaico-franchute Ignacio Ramonet ya expresadas en una conferencia en La Casa Encendida de Madrid en el 2018, antes de la pandemia y otros escenarios estresantes posteriores, se han visto incrementadas, tal y como dejó claro en su reciente intervención «Globalización, Innovación y territorios inteligentes» en la Casa del Mediterráneo de Alicante, por otros tres factores sobrevenidos: el ya referido de las pandemias, el de los nuevos conflictos bélicos y la correspondiente escalada armamentística y el aumento incontrolable de la inflación con sus efectos de empobrecimiento y malestar social.
Hablando de verdaderas amenazas a la Democracia y la paz mundial, tenemos los dos procesos electorales más decisivos en estos tiempos que determinarán ya sea el giro de Latinoamérica definitivo hacia una identidad progresista renovada con opciones de avances sociales y medioambientales, o bien la confirmación de la locura y la violencia que el fascismo afronta con Bolsonaro como líder en la región.
En el otro lado del ring en donde nos jugamos el futuro de la Humanidad y del Planeta están las elecciones del midterm en EEUU, en donde cualquiera de los dos púgiles puede ser letal, pero en donde los Trumpistas y los halcones del partido Republicano, con el conglomerado industrial-militar y las cloacas del Imperio a su favor, quieren darle una estocada mortal a las conquistas cívicas, sociales y económicas de varios siglos que ahora cuestionan en nombre de un credo reaccionario y negacionista que nos quiere esclavos y sumisos al Mercado.
Muchos analistas, como el mencionado Ramonet desde su privilegiado observatorio de Le Monde Diplomatique y su amplio conocimiento de la geopolítica del conflicto internacional, nos avisan del peligro real de una segunda Guerra Civil en la potencia dominante surgida del final de la Guerra europea y de la descomposición de la Unión Soviética. No, no es un tema de broma. Actualmente controlan más de 800 bases militares en 70 paises y muchas más de utilización conjunta bajo el paraguas de la OTAN. Cualquier suceso grave, y ya lo fue y mucho la deslegitimación de las vias democráticas tras del asalto impune a la Casa Blanca, puede acelerar o reavivar un escenario belicista mundial que nadie parece querer o poder parar. Por lo tanto, contengamos la respiración hasta el 8 de noviembre. Luego sí o sí habrá que salir a las calles, cualquiera de los dos posibles mandatarios, Biden o Trump y cia, pretenden desplazar su maquinaria de muerte al escenario europeo, con la instalación de sus bombas nucleares tácticas B61-12 en la frontera con Rusia. Apaga y vámonos!, de este mundo, claro.
Tan sólo existe un posible contrapeso en esta inclinada rampa que nos arrastra a los infiernos del ecocidio y el exterminio de la Humanidad. Y esa posible esperanza está en la América Latina que ha sabido combatir el dominio de la potencia imperial del Norte y le ha obligado a respetar en mayor medida su territorio y decisiones políticas. Los últimos desencuentros de numerosos países con los gobiernos estadounidenses en sucesivas Cumbres regionales así lo demuestran. Hasta en Colombia, considerada por ellos como su Israel en la zona, han tenido que negociar con el nuevo gobierno para cambiar las doctrinas y condiciones de una colaboración mútua. Un ejemplo la reciente entrega de 12 helicópteros militares para vigilar la protección del Amazonas colombiano.
Una posible alianza de las nuevas realidades políticas en América Latina que aspiren a una mayor justicia social y ambiental en un contexto de paz total y democracia, podría ser el inicio de un reequilibrio a favor de la opción de los Paises No Alineados, a cuya Coalición muy potente en los decenios de Guerra Fria de los 70 y 80, todavía pertenecen nada más ni nada menos que 120 paises. En 2016 su presidencia recayó en Venezuela, y en la Cumbre celebrada sus resoluciones abogaron por la refundación de la ONU, la defensa del Pueblo Palestino, el fin del bloqueo a Cuba y la descolonización de Puerto Rico. Todo ello sigue siendo muy válido y actual.
Es el momento quizás de volver a potenciar ese Movimiento Internacional y salir de nuevo masivamente a las calles, como se hizo ante la anunciada instalación de misiles de Reagan en los 80 o los criminales bombardeos en Iraq, y ahora frente a tanta irresponsabilidad y perversión de nuestros muy alineados gobernantes.
«Se podrían integrar con lo que se conoce como G 77, que antes se conocía como el Movimiento de Países No Alineados, constituido por alrededor de 130 países que son una especie de voz del Sur Global. Los BRICS se podrían integrar a ellos y contribuir a esta alianza.» Así opina también Noam Chomsky en esta reciente entrevista.
Miguel Ángel Ferris, Equipo de Redacción de Revista TU VOZ. y Cenizas de Babilonia Diáspora Española en Radio Argentina AM570.