El lenguaje de la confrontación y la nueva versión de la teoría del dominó.

Ángel Maciá. Revista TU VOZ desde Vietnam.
Doctorando en el programa Sociedad, Desarrollo y Relaciones Laborales
Escuela Interncional de Doctorado. Universidad de Murcia Cruz de la Orden del Mérito Civil

Buscamos un Vietnam del Sur independiente y no-comunista. A no ser que consigamos este objetivo, casi todo el Sudeste Asiático probablemente caerá bajo dominio comunista (todo Vietnam, Laos y Camboya), adoptará el comunismo hasta eliminar la influencia anti-comunista (Birmania) y estadounidense, o caerá bajo dominación de fuerzas que ahora mismo no son explícitamente comunistas pero que es muy posible que acaben siéndolo» (Indonesia tomaría el control de Malasia)»Tailandia podría resistir por un tiempo con nuestra ayuda, pero estaríamos bajo una gran presión. Incluso Filipinas estaría poco segura, y la amenaza sobre la India en el oeste, sobre Australia y Nueza Zelanda en el sur, y sobre Taiwán, Corea, y Japón al norte y al este se incrementaría muchísimo.”

(Robert McNamara, ex-Secretario de Defensa de EE.UU, 16 de marzo de 1964).

Cuando Robert McNamara justificó la intervención de EE.UU en Vietnam buscando contener el comunismo, dando así carta de naturaleza a la teoría del dominó en el Sudeste Asiático, Laos, que se había declarado neutral, sufría de la mano de la CIA una infame campaña de bombardeos. Camboya, bajo el reinado de Norodom Sihanuk, aguantaba con ayuda china, hasta que en 1967 y bajo los auspicios de los EEUU, el general Lon Nol dio un golpe de estado que llevó al país a la guerra civil, al monarca al exilio a China y al final, a los Jemeres Rojos al poder.

En Indonesia, el artífice de la independencia del país Ahmed Sukarno se mantenía en el poder y había renunciado explícitamente a la anexión de Malasia, además de mantener relaciones muy fluidas con China, hasta que en septiembre de 1965 el general Suharto se hizo con el poder, comenzando una masacre que se estima costó entre 500 000 y el 1 000 000 de víctimas.

Al final de todo, después de los bombardeos, las invasiones, las masacres y los golpes de estado orquestados, Vietnam se convirtió en una república socialista, Laos también, Camboya quedó sumida en el desastre hasta bien entrados los años 90 y en general, el Sudeste Asiático sufrió una especie de letargo del que comenzó a despertar hace pocos años.

En la actualidad, esta teoría del dominó ha mutado y ya no es para evitar la expansión del comunismo como algo genérico, difuso. Es sin ambages para contener a China, contenerla para que, al igual que cuando McNamara emitía esa declaración, los EE UU puedan mantener su hegemonía hoy en disputa, de ahí que la visita de Biden a Vietnam nos traiga un regusto de aquélla que hizo aquel a Vietnam en 1965, visita que fue la última etapa de su periplo por el Sudeste Asiático, con su asistencia a la cumbre del G-20 celebrada en India, precisamente a la búsqueda de aliados para mermar las capacidades y la influencia del gigante asiático. Recuerda a la visita de McNamara porque, al igual que en 1965, Vietnam es un actor esencial en el Sudeste Asiático.

Ampliamente publicitada por la administración norteamericana (los vietnamitas ni siquiera la anunciaron hasta un día antes) tenía como objetivo la elevación de las relaciones bilaterales al nivel de Asociación Estratégica Integral entre EEUU y Vietnam, que se produjo, y serviría a este fin de contención. En síntesis, se trataba de ejercer presión para que Vietnam tomara parte en favor de los EEUU bajo ese pensamiento de buenos y malos al que nos tienen acostumbrados.

Para dar cobijo a esta idea, a principios de agosto comenzaron a publicarse artículos generando opinión sobre la necesidad de Vietnam de incrementar los lazos con los EEUU, y después de la visita, muchos analistas ya anunciaban que ambos países verían reforzada su colaboración en seguridad. Sin embargo, ese presunto fin de contención y el refuerzo en cuestiones de seguridad, cuestión de la que se hace eco la declaración emitida por la comisión de exteriores del PCV en el punto octavo de un total de diez, indica que tanto EEUU como sus aliados, solo ven las cosas desde la perspectiva de la confrontación y, por tanto, no comprenden bien, o no quieren, la posición de Vietnam. Al igual que en la era McNamara. Y, sobre todo, no entienden las complejidades del régimen vietnamita y sus lazos con China.

Esta última visita además fue muy diferente a las visitas anteriores de presidentes norteamericanos (Bush hijo, Clinton, Obama, Trump), más largas y con más diversidad de actividades. La visita de Biden duró menos de 24 horas entre los días 11 y 12 de septiembre y mantuvo tres encuentros: con el secretario general del Partido Comunista de Vietnam Nguyen Phu Trong, con el primer ministro Pham Minh Chinh y con el presidente de la asamblea nacional, Vuong Dinh Hue. En realidad, esta visita trataba menos de Vietnam y más del vecino del norte y es bastante probable que, si no fuera por China, Joe Biden no habría estado en Hanói.

Como muestra de que no se termina de entender la posición de Vietnam en el marco de relaciones actual y sus propias relaciones con China, basta observar las declaraciones provenientes de la administración vietnamita. Así, el pasado día 14 el Periódico Digital del PCV daba cuenta de la intervención de Nguyen Chi Dung, ministro de Planificación e Inversiones en la 8.ª edición de la Cumbre de la Franja y la Ruta, celebrada el 13 de septiembre en Hong Kong: «Vietnam tiene una posición de enlace entre China y los países del Sudeste Asiático, por lo tanto, aplaude y promete contribuir al impulso de la conectividad y cooperación regionales».

En el mismo sentido, y según la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Vietnam, Pham Thu Hang, «Vietnam espera que la Iniciativa de la Franja y la Ruta continúe contribuyendo a promover los vínculos económicos y la conectividad regional, apoyando a los países en la construcción de infraestructura y ampliando mercados, reduciendo la brecha de desarrollo entre los países y brindando nuevas oportunidades a las empresas y personas de la región y el resto del mundo».

El pasado fin de semana, el primer ministro vietnamita, Pham Minh Chinh asistió a la 20.ª Exposición China-ASEAN (CAEXPO 2023) y a la 20.ª Cumbre de Negocios e Inversiones China-ASEAN 2023 (CABIS 2023), y que ha supuesto un impulso la asociación estratégica integral bilateral y revitalizado los lazos económicos entre los dos países, así como la cooperación descentralizada entre las localidades de Guangxi y Vietnam, según afirmó el mandatario vietnamita durante una rueda de prensa ofrecida a la conclusión de estos eventos.

Bajo estas premisas, Vietnam queda también integrado en la iniciativa china y de la que había quedado un tanto descolgado, con empresas chinas que han mostrado su interés en llevar adelante proyectos de conexión ferroviaria, sin embargo, si bien China es importante para Vietnam en términos de intercambios bilaterales, no lo es menos, al contrario. Vietnam continúa ocupando la posición de mayor socio comercial de China en la ASEAN y el cuarto mayor socio comercial de China por país (después de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur).

En 2022, las exportaciones entre Vietnam y China supusieron un total de 175 560 (los datos chinos las elevan hasta los 210 000) millones de dólares, de los cuales las ventas vietnamitas llegaron a los 57 700 millones (un incremento del 3,18 %), mientras las importaciones fueron de 117 860 millones (un alza del 6,63 %). Conviene señalar que el comercio bilateral entre China y la ASEAN pasó de 78 200 millones de dólares en 2003 a 975 600 millones de dólares en 2022, convirtiendo a China y a la ASEAN en los principales socios comerciales y socios de inversión de cada uno.

Todo lo anterior indica que, para Vietnam, pese a las visitas, las presiones y la propia complejidad de su situación interna, la estrategia de la confrontación no solo no es útil, sino que es perjudicial para sus intereses y de otro, que ese constructo que supone la idea de confrontar con China no sirve. Resulta evidente que ambos vecinos, pese a las tensiones por la disputa en el Mar del Este, están condenados a entenderse.

Un último aserto. Conviene señalar que el anuncio del citado acuerdo lo hicieron Biden y el secretario general Trong, lo cual supone un respaldo a la legitimidad del Partido Comunista de Vietnam tanto a nivel nacional como internacional. Aunque también sabemos que, si pese al principio de los «4-no» de Vietnam (no alianzas militares, no alinearse con un país contra otro, no bases militares extranjeras y no uso o amenazas de la fuerza), este se saliera un milímetro que los estadounidenses considerasen inadecuado o contrario a sus intereses, este acuerdo vería rebajado de manera sustancial tanto su valor como sus expectativas. Y no hay que perder de vista otra cosa: dentro del PCV hay un nerviosismo latente debido a que son conscientes de que los EEUU son capaces de montar una «revolución de colores» en cuestión de semanas. Y lo que menos necesita ahora el país es desestabilización, con unos datos de crecimiento económico que ponen en un aprieto al gobierno y al Partido a la hora de la consecución de los objetivos previstos surgidos del XIII Congreso del Partido Comunista de Vietnam celebrado en 2021, datos que vienen dados por la caída de las exportaciones debido a la situación global, con los mercados potenciales de los productos producidos en Vietnam en franco retroceso.

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