CUANDO EL ODIO PASEA IMPUNE, España

Fernando Ortega, El Berguedá, Catalunña.

Torre Pacheco (Murcia) no es un caso aislado: es el espejo roto de lo que callamos como sociedad.

Lo ocurrido estos días en el barrio de San Antonio no cabe en un titular. No son simples disturbios vecinales.

Son auténticas redadas civiles, organizadas a través de Telegram, alentadas por discursos de odio y legitimadas por la complicidad institucional.Todo empezó con la brutal agresión a un anciano de 68 años.

Un hecho atroz que nos duele a todas. Pero lo que vino después fue aún más alarmante: se difundió un vídeo sin contexto, se apuntó a jóvenes magrebíes sin prueba alguna, y el bulo corrió como pólvora en redes.

En cuestión de horas, el miedo se transformó en odio. Y el odio, en linchamiento.Cacerías organizadas, casas atacadas, comercios incendiados, persecuciones callejeras. Pogromos contemporáneos con la gasolina de la ultraderecha.

Porque no hablamos de exaltados aislados: hablamos de grupos ultras, bien organizados, muchos llegados desde fuera del municipio, que se han sentido con derecho a sembrar el terror entre familias migrantes, muchas de ellas con décadas en el barrio, en situación legal, con hijos nacidos aquí.

Y mientras tanto, el Estado brillaba por su ausencia. O, peor aún, se puso de perfil. Hemos visto antidisturbios mirando hacia otro lado mientras se gritaban proclamas racistas, mientras ardían contenedores, mientras se marcaban portales.

Hemos visto a la policía escoltar concentraciones de odio. Hemos visto patrullas llegar tarde, mal o nunca, mientras menores lloraban en sus casas o mujeres se encerraban aterradas.La agresión original sigue bajo investigación. Hay detenidos, pero ni la Guardia Civil ni los jueces han confirmado su nacionalidad.

Eso no importó: ya había una narrativa en marcha, una sed de castigo con objetivo étnico. Lo que importaba no era la verdad, sino a quién señalar.¿Y los responsables políticos? Vox avivó el fuego hablando de “invasión” y “deportaciones exprés”.

El PSOE ha denunciado al líder de Vox Murcia por delito de odio. El PP, tibio. Feijóo asumió el relato y pidió expulsiones inmediatas. Así se legitima la caza. Frente a esta barbarie, PODEMOS ha estado allí. En las calles, denunciando lo que otros callaban.

Y no lo ha hecho solo: junto a colectivos antirracistas, vecinas valientes, asociaciones de derechos humanos, trabajadores sociales que no callaron. Gente común que escondió menores, protegió, cuidó, resistió.

No hay equidistancia posible entre víctimas y agresores. No hay neutralidad posible cuando una parte empuña el fuego y la otra solo quiere dormir en paz. La profesionalidad sin empatía es una neutralidad que mata lento.Exigimos justicia.

Exigimos protección real. Exigimos responsabilidades políticas. Y una ley que no mire hacia otro lado.

Que el miedo cambie de bando: que dejen de tener miedo quienes solo quieren vivir, y empiecen a temer quienes siembran odio al abrigo de la impunidad. No queremos venganza. Queremos paz con memoria, justicia sin prejuicio y barrios donde nadie tenga que mirar por la ventana antes de salir a comprar pan.

Organízate. Habla con tu vecina. Desmonta el bulo. Denuncia el odio. No normalices la barbarie.Porque hay otro Torre Pacheco posible. Uno donde las diferencias no se teman, se abracen.

Y aunque hoy el miedo sea alto, también lo es la dignidad de quienes resisten sin odio, de quienes no quieren devolver el golpe, sino romper el ciclo.Hoy, más que nunca, es tiempo de sembrar futuro.

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