COP 27. DIALÉCTICA DEL AVANCE Y DESTRUCCIÓN.

Sobre el concepto aséptico de «crisis ecológica».
La crisis económica y la crisis ecológica son aspectos interconectados de una crisis más
general, la crisis de la civilización capitalista industrial moderna.
Es ilusorio creer –como algunos marxistas piensan- que estamos ante la “crisis final del
capitalismo” y que el sistema está condenado a desaparecer, víctima de sus contradicciones
internas, Como ya dijo Walter Benjamin en la década de 1930, “el capitalismo nunca morirá
de muerte natural”. Hará como en el pasado, intentar encontrar una manera de salir de la
crisis, sea por el fascismo y los conflictos militares con las posteriores medidas
“keynesianas” reconstructoras.
La premonición de Marx la estamos sufriendo:
«Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de
propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros». Marx
«Manifiesto comunista«.

Ángel Encinas, portavoz de «Ecologistas en Acción» declaraba: «Festejos como el Viernes
Negro, el Ciberlunes y toda la orgía consumista de la Navidad, son propios de un sistema capitalista zombi que, como el cáncer, en su crecimiento descontrolado, nos lleva
directamente al desastre. A la vista están los pilotos rojos de todos los indicadores
medioambientales y de reservas de materias primas esenciales para la civilización. La
conclusión más sensata y consecuente es que hay que echar el freno, parar el sobreconsumo»

Toda una crítica bien intencionada pero que se queda corta, no hace alusión a «la identidad entre producción y miseria» y en especial a la «ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia«, cada modo de producción tiene sus formas propias de metabolismo wocionatural, de intercambio orgánico entre la especie humana y la naturaleza. Desde los criterios del materialismo histórico y dialéctico en la medida en que la producción de valores
de cambio, de mercancías va desplazando a la producción de valores de uso, en esa
medida la fractura va variando, va complejizándose en la medida en que aumenta la división social del trabajo en la sociedad posindustrial en la que el sector servicios genera más riqueza que el sector industrial de la economía.
La organización ecologista señala al consumo compulsivo como un factor de infelicidad
humana, de pérdida de relaciones sociales e invita a construir alternativas de consumo
transformador hacia un futuro más justo y sostenible, el bienestar tiene más que ver con
fomentar valores como la solidaridad y la cooperación, que con los efímeros momentos de insatisfacción crónica que ofrece el consumismo, hasta ahí correcto pero teniendo en cuenta que la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: «la tierra y el hombre» como los siete millones de personas muertas al año en el mundo por el aire contaminado también son parte del desastre originado por el capitalismo y no por una «crisis ecológica» sin contenido socioeconómico burgués alguno.


Marx aclara que la naturaleza humana no es más que lo que hacen las «relaciones
sociales»:
«Los individuos son tal y como manifiestan su vida. Lo que son coincide, por consiguiente,
con su producción, tanto con lo que producen como con el modo de cómo producen. Lo que
los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción».
En suma, el «ecocidio» es parte insertada en la totalidad de la historia, presente y futuro de la civilización del capital, y la expresión más directa de la ruptura del metabolismo
socionatural actual a la que llaman crisis ecológica.
Marx mostró convincentemente que los valores no pueden existir sin los valores de cambio y el intercambio no puede existir sin los valores de uso. Este reformismo comete la
incoherencia de no extraer de ello las lecciones sociopolíticas pertinentes, muy en especial la que demuestra el acierto histórico de la concepción de la historia abierta al desastre dependiendo del resultado de la lucha de clases. Como critica D. Harvey «Si alguien cree que puede resolver una seria cuestión medioambiental como el calentamiento global sin afrontar siquiera la cuestión de quién y cómo determina la estructura básica de valores de
nuestra sociedad, se está engañando a sí mismo»

Colorario
La naturaleza es dueña de sí misma porque la especie humana, el ser-humano-genérico
(Gattungswesen), es parte integrada en ella, pero separada y enfrentada a ella desde la fractura del metabolismo socionatural, una de cuyas expresiones es la actual crisis
socioecológica, con gran sabiduría en el libro III de El Capital Marx escribe que: «Ni la
sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexistan en un momento
dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como «boni patres familias» y a transmitirla mejorada a las futuras generaciones»
Engels nos ofrece la única alternativa para unir esa fractura, una política radical de
regulación de las relaciones de propiedad, de producción, de distribución y de consumo:
«Pero esta regulación exige algo más que un simple conocimiento. Exige una revolución
total en nuestro modo de producción existente hasta ahora y al mismo tiempo una
revolución en todo nuestro orden social contemporáneo. Todos los modos de producción conocidos hasta ahora apuntaron nada más que al logro del efecto útil más inmediato y directo del trabajo. Las consecuencias posteriores, que sólo aparecen después y adquieren efectividad debido a la repetición gradual y a la acumulación, fueron desatendidas […] Los capitalistas que dominan la producción y el intercambio pueden dedicarse sólo al efecto útil más inmediato de sus acciones […] Mientras el fabricante o comerciante vende una mercancía fabricada o comprada, con la habitual y ansiada ganancia, se siente satisfecho y no se ocupa de lo que luego pueda suceder con la mercancía y sus compradores. Lo mismo rige para los efectos naturales de sus acciones»


La crisis ecológica es el reflejo de un modo de vida, la «american way of life» de la
civilización occidental, consume y vencerás, evidentemente, sólo puede existir mientras sea el privilegio de una minoría- de un sistema de producción, (consumo, transporte y vivienda….), que es, literalmente, insostenible que corresponde con la necesidad de expansión ilimitada –lo que el joven Hegel denominó “una infinitud «no pura» o «mala infinitud” (schlechte Unendlichkeit) en las determinaciones de lo absoluto – un proceso infinito de la acumulación de bienes, acumulación de capital, acumulación de ganancias,
que es inherente a la lógica de capital.
El Tratado de Kyoto, se proponía resolver el problema de los gases de efecto invernadero a
través del llamado “mercado de derechos a contaminar”.

Las empresas que emiten más
CO² comprarían de otros, que contaminan menos, los derechos de emisión. ¡Esto sería “la solución” del problema del efecto invernadero!, la venta de derechos a seguir contaminando.
Ahora la COP 27 tuvo el acuerdo para que los países desarrollados ayuden a pagar los
daños provocados por el calentamiento global en las naciones más pobres, pero sin un plan
para contener el uso de combustibles fósiles, que causa tales desastres. Concluyó la
conferencia sin medidas para evitar y minimizar «esas pérdidas y daños», y para colmo el acuerdo también invita al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional a aportar
«soluciones de financiación».

Juan López , Redacción Revista TU VOZ delegación Argentina.

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