Por Jesús Ariel Rivero
La Guajira es una vasta región desértica situada en el extremo noreste de Colombia. Es una de las principales fuentes de energía de Colombia, sede de una multimillonaria industria de minería del carbón y un lugar privilegiado para nuevos parques eólicos.Esta zona desértica está habitada por la mayor población indígena, llamada Wayúu.
Si hacemos un revisionismo de los gobiernos colombianos prevemos que han dejado via libre para que las grandes empresas energéticas nacionales y multinacionales extrajeran recursos de la región sin distribuir nada entre los Wayúu.
Una nueva iniciativa del gobierno del Pacto Histórico pretende rectificar esta situación, dedicando recursos al desarrollo de energías renovables de forma que se redistribuya más equitativamente la riqueza entre los habitantes del desierto de la Guajira.La iniciativa del gobierno progresista de Gustavo Petro no tiene precedentes.
Al enunciar el Presidente la situación de emergencia económica, social y medioambiental en la región de Guajira pudo dar pie a la aprobación de ciertas leyes, incluido un paquete de inversiones en educación, sanidad, turismo y suministro de agua en la región.
Las comunidades Wayúu están dispersas por el desierto, con pequeñas agrupaciones de viviendas que nuclean a las diferentes familias.Los Wayúu se encuentran entre las comunidades más marginadas de Colombia y carecen de acceso a la mayoría de los servicios básicos.
Aproximadamente un tercio de la población Wayúu vive en la pobreza, una cuarta parte en la pobreza extrema, mientras que más de uno de cada cuatro niños menores de cinco años sufre desnutrición y un bebé muere cada semana.
La Guajira es la zona más seca de Colombia. La temporada de lluvias dura sólo de septiembre a octubre, apenas lo suficiente para cultivar maíz pero en modo alguno para satisfacer las necesidades de agua potable de las comunidades locales. Además de los rudimentarios dispositivos de recogida de lluvia, la única fuente de agua para las comunidades situadas en el corazón del desierto de La Guajira son los pozos.
El agua es la sustancia más preciada en La Guajira, efecto de su importancia y escasez. Cuando escasea el agua dentro de la región, las plantas de tratamiento de agua privadas de los Pueblos de las periferias abastecen a las comunidades Wayúu.
Esta agua tratada es cara y no todas las comunidades pueden permitirse comprarla o pagar un transporte para la misma. Como si fuera poco los camiones utilizados para transportar el agua desde la ciudades hasta las comunidades situadas a lo largo de la carretera que se extiende desde el sur de La Guajira hasta la costa, en el norte, no pueden adentrarse en las comunidades del desierto porque no hay carreteras adecuadas, por lo que estas comunidades deben sobrevivir por su cuenta.
Debido al aumento de las temperaturas y el cambio climático efecto del sistema productivo capitalista, la falta de agua potable de las fuentes subterráneas podría crear en el futuro una grave crisis humanitaria y expulsar a comunidades enteras de sus tierras ancestrales.
El Pacto por la Transición Energética Justa del gobierno del Presidente Petro busca dar prioridad al agua para consumo humano sobre la utilizada para el riesgo de cultivos o la minería.Este orden de prioridades es inaudito en el país caribeño.
Desde la conquista española, el Norte Global ha amasado fortunas extrayendo, expoliando metales preciosos y minerales de La Guajira mientras las comunidades indígenas viven en la indigencia.
Esta larga historia de extrativismo ha generado un desarrollo extremadamente desigual en la región en la que coexisten dos mundos distintos. Una única mina, El Cerrejón, ha generado miles de millones de dólares extrayendo y exportando carbón para empresas multinacionales durante décadas, mientras que la población local ha tenido que subsistir con el mínimo de recursos en medio del desierto.
El Cerrejón emplea a tres mil trabajadores a tiempo completo, casi ninguno de la comunidad Wayúu. La empresa está equipada con una gigante flota de transporte terrestre que incluye 250 camiones muchos de los cuales puede transportar 350 toneladas de carbón y tiene su propio aeropuerto privado y pista de aterrizaje. Posee un tren eléctrico privado de las de cien vagones que transportan el carbón casi cien millas entre la mina del Cerrejón en la Bajada Guajira, y Puerto Bolívar, un puerto privado y cerrado situado en la Costa norte y desde el que el carbón se envía a Europa.
El Cerrejón es el mayor terrateniente de La Guajira con gigantes parcelas repartidas por todo el desierto Wayúu. Para construir las minas de carbón del Cerrejón, la ciudad portuaria y la autopista y el ferrocarril que las conectan, cientos de miles de Wayúu fueron expulsados de sus tierras violentamente.
Los anteriores gobiernos conservadores de Colombia legitimaron y garantizaron estos masivos acaparamientos de tierras.
Para construir y explotar las minas de carbón, más de cincuenta masas de agua, incluido el caudaloso río Ranchería, han sido desviadas de sus causes naturales por medio de represas, que o bien son de uso exclusivo de la empresa carbonera o bien han sido destruidas por la contaminación.
En gran parte es este robo y destrucción de estas fuentes de agua por parte de la mina de carbón del Cerrejón lo que ha hundido a la comunidades Wayúu de La Guajira en la pobreza y ha hecho que la vida allí sea precaria. Las líneas férreas de suministro de carbón dividen el desierto de La Guajira de la costa interrumpiendo así las rutas de caza y las migraciones de los animales.
Tras largas protestas la comunidad Wayúu recibió finalmente una indemnización de la empresa del carbón por las cabras, caballos y seres humanos que murieron a causa de los trenes casi silenciosos de la empresa o de los camiones en la carretera, pero los reclamos de las comunidades son mucho más profundas que eso.
En este contexto y con un gobierno de Gustavo Petro enfocado en las energías renovables es una oportunidad para romper con la larga historia de expoliación, extracción, explotación y corrupción de la industria minera del carbón en la región.