“La igualdad de género es más que un objetivo en sí mismo. Es una condición previa para afrontar el reto de reducir la pobreza, promover el desarrollo sostenible y la construcción de un buen gobierno”.
Esto lo dice Kofi Annan, diplomático ghanés y séptimo Secretario General de las Naciones Unidas (1997-2006) que percibe la importancia de luchar por la igualdad de género, como condición indispensable para afrontar otros retos importantes a nivel político, económico y social.
Sin embargo, estudios recientes evidencian un cambio en la tendencia de la participación laboral femenina, especialmente en el caso de América Latina.
Después de medio siglo de crecimiento sostenido, se percibe una desaceleración en el ingreso de las mujeres al mercado de trabajo que se manifiesta, particularmente, en el grupo de mujeres casadas, unidas, y pertenecientes a hogares vulnerables.
Y con esto digo: «todavía me hace falta escuchar a un hombre pedir un consejo de como combinar el matrimonio y una carrera»
Con respecto a esto y tomando como hilo el desarrollo económico sostenible, hoy hablaremos en profundidad sobre la brecha salarial que el sistema patriarcal lleva innato en las redes de su funcionalidad desde la antigüedad.
Hoy el CONTEXTO INTERNACIONAL en relación a esto, nos cuenta que la inserción de las mujeres en el mercado laboral a lo largo de los últimos 20 años, en todas las regiones del mundo, ha sido masiva y creciente.
La Organización Internacional de Trabajo (OIT), señala en primer lugar, que en los últimos decenios, los notables progresos realizados por las mujeres en cuanto a logros educativos no se han traducido en una mejora comparable en su posición en el mercado de trabajo. Incluso los países más avanzados, con larga trayectoria en políticas de género y emblemáticos en cuanto a la participación igualitaria de varones y mujeres en la economía, continúan enfrentándose a una desigualdad salarial persistente.
En segundo lugar, el déficit porcentual del salario medio de las mujeres frente al de los varones se ha reducido en el tiempo, pero no se ha resuelto. La disparidad de la remuneración por hora en función del género, alcanza en algunos países casi el 45%.
Entonces, nos preguntamos: ¿Brechas que se cierran?
Los salarios y la desigualdad entre ellos no dependen solo de capacidades, de competencias, si no que factores como el género también son determinantes. La proporción de mujeres no deja de reducirse a medida que se asciende hacia los niveles más altos de remuneración.
A colación traigo esta frase: «La igualdad llegará cuando una mujer necia pueda llegar tan lejos como hoy llega un hombre necio» Además, si bien la disparidad salarial por razón de género afecta a todas las trabajadores/as, aumenta sustancialmente en el caso de las mayores de 40 años.
Las tasas más bajas de participación de las mujeres se traducen en menores oportunidades de empleo, con escasa variación a lo largo del tiempo, lo que socava su capacidad para obtener ingresos y aumentar su autonomía económica.
La tasa de empleo de las mujeres continúa siendo aproximadamente 25,5 puntos porcentuales menor que la de los varones. Muchas mujeres siguen encontrándose dentro del mercado de trabajo informal.
En fin, Hay carreras para hombre y carreras para mujeres, dicen…
Para no dejar afuera otros análisis sumare información sobre CONTEXTOS REGIONALES.
Iniciaré con América Latina donde hay una atisbo de buenas nuevas. El crecimiento de la participación de las mujeres en el mercado laboral se manifiesta en todos los países latinoamericanos, aunque con diferentes intensidades. En comparación con décadas anteriores, las mujeres de la región dedican hoy una mayor cantidad de su tiempo a trabajar en el mercado laboral. De hecho, si bien la brecha de participación laboral entre varones y mujeres en América Latina todavía está lejos de cerrarse y continúa entre las más altas del mundo, en el último medio siglo se ha reducido considerablemente, siendo uno de los fenómenos socioeconómicos más sobresalientes.
El contexto regional en materia de políticas de género plantea que estos recorridos han dado lugar a distintas normativas y políticas en materia laboral.
Para aquellos que critican la lucha feminista estos datos prueban que somos transmisoras de equidad social. A pesar de esta base, la brecha salarial es de un 19,5%. Varía entre los diferentes tipos de jornadas laborales. Así, asciende hasta el 20,6% para los salarios a jornada parcial, y disminuye al 6,5% para los sueldos de los trabajadores a jornada completa. En mayores de 65 años, la brecha salarial es todavía más acusada, llegando al 34,3%.
De acuerdo con el informe “La situación de las mujeres en el mercado de trabajo 2020”, elaborado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, el COVID-19, ha golpeado con mayor firmeza a las mujeres, que, desde la llegada de la pandemia global presentan mayores tasas de desempleo, contratos más precarios y una merma de su retribución salarial. A esto -insiste el estudio-, hay que sumarle las dificultades propias de la conciliación que todavía recae mayoritariamente (75%) en el colectivo femenino.
Ahora vamos al otro lado del océano Atlántico, específicamente ESPAÑA.
En España, la Constitución de 1978 supuso la base legal sobre la que se establece la igualdad entre hombres y mujeres y la no discriminación por razones de raza, sexo o religión; así como su reconocimiento como piedra angular del ordenamiento jurídico.
De hecho, a escala mundial, casi el 40% de las mujeres con trabajos remunerados no contribuyen a la protección social. La segregación vertical y horizontal contribuye a la desigualdad de género. Las mujeres que trabajan están sobrerrepresentadas en una serie limitada de sectores y ocupaciones, llamadas feminizadas, como la educación y la salud. Deberían tener presente que la prueba para saber si puedes o no hacer un trabajo, no debería ser la organización de tus cromosomas.
Por otra parte, analicemos el papel de Las Mujeres en el Trabajo. Diversos informes muestran que, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, la relación entre varones y mujeres respecto del tiempo dedicado al trabajo remunerado y al no remunerado se replica casi en iguales proporciones. Las mujeres dedican más tiempo al trabajo reproductivo (cuidado de las personas dependientes en sus familias y tareas del hogar) que los varones, independientemente de su inserción en el mercado laboral.
Estos aspectos dan cuenta de los roles atribuidos históricamente a varones y mujeres y su incidencia sobre el mercado de trabajo.
Tal como publica el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, con la llegada de la pandemia muchas mujeres tuvieron que renunciar a su actividad laboral ante la imposibilidad de conciliar los ámbitos laboral y familiar.
Y para terminar les comento, que las mujeres son responsables de dos tercios de los trabajos realizados en todo el mundo y sin embargo ganan solo el 10% de los ingresos totales y solo el 1% de las propiedades. Por esto nos preguntamos: ¿Hay igualdad? Hasta que la respuesta sea sí, no podemos dejar de preguntárnoslo.
Noelia Morínigo Columnista en Radio Argentina AM-570 en el Programa Cenizas de Babilonia diáspora española, y revista TU VOZ .