Por Juan Carlos Monedero
Creo que no hay nada más idiota para la izquierda en muchos lugares del mundo que desconocer, desoír lo que ha pasado en las elecciones en Bolivia.
Hay una serie de elementos que han ido acumulando este resultado, que muchos lo han anunciado. Por un lado, que a Evo no se le dejara participar, es decir, la persona que alumbró la nueva Bolivia terminaba siendo proscrito por la descendencia de ese mismo proceso.El partido que había acompañado a Evo Morales, el MAS, igualmente es usurpado por cuestiones jurídicas y deja de representar lo que representaba. Andrónico, que era la persona que tenía que representar la sustitución, se adelantó en sus posiciones y, como en otros lugares, quizá un exceso de ambición le llevó a no entender bien qué es lo que estaba en juego y cómo había que jugarlo.
El presidente Arce, que venía de ser el ministro de Economía de Evo Morales, en vez de dedicarse a solventar los problemas económicos graves en el país, que estaban perjudicando al nivel de vida de la gente de una manera notable, entró en la politiquería pensando que, cargándose a su principal rival, a Evo Morales, iba a solventar la mala gestión económica.
Al final, el golpe de 2019, aunque fracasó, dejó daño hecho y la recuperación de aquel momento tampoco fue virtuosa y fue sembrando la posibilidad de que la derecha recuperara el espacio.
Hay que tener también consciencia de que hay un pozo de política radical en Bolivia, de política progresista, de política de izquierda, porque el candidato que representaba a la derecha Castillo, el ministro que, como bien recuerda Alfredo Serrano, está más escorado hacia la derecha, apenas ha sacado un 3%.
Es decir, hay memoria de la necesidad de políticas diferentes y que, cuando no se hacen, cuando la izquierda cree que moderándose, cuando la izquierda cree que replicando y replicando las campanas y las políticas de la derecha le va a ir bien, pues el resultado evidente es que no es así.
Es importante también destacar que el voto blanco en uno ha sido un 22%, es un voto que uno intuye que una parte considerable hubiera ido a Evo Morales. Ha subido un 440% respecto de las elecciones de 2020, es decir, que el llamamiento de Evo Morales a las tensiones, es decir, a desconocer el resultado, que es una mala política en términos generales y que estamos acostumbrados a que sea un llamamiento más típico de la derecha o de la izquierda cuando está en la más radical de las impotencias.
En cualquier caso, es un resultado, ya digo, un 22% muy alto, que es obviamente parte de la explicación del fracaso de la izquierda en estas elecciones. Ha ganado un candidato a los que hay que tener en el radar, son candidatos que no destacan mucho, que siguen las políticas neoliberales, que son elegantes, que tienen elementos de cierta frescura, que no caen en las confrontaciones, que son como un mal tolerable que hace que la gente diga, bueno, pues voto a este porque más o menos las cosas van a seguir de manera similar.
En segundo lugar, frente a ese 32% de Rodrigo Paz, está con un 27% Tuto Quiroga, que es ese cilantro derechista de todas las salsas reaccionarias, amigo de Aznar y un nacido a los aquelarres contra la izquierda en todo el continente. El resultado de Andrónico, que en algún momento apareció como la figura que iba a sustituir a Evo Morales, es de un 8%, y ahí hay un problema enorme, que es el pensar las nuevas generaciones que lo saben todo, que no necesitan a los mayores, que con ellos comienza el mundo y que una vez más la ambición es una mala consejera de estos líderes.
Plantea mi amigo Álvaro Garcel Inera que el problema ha sido sobre todo económico y plantea también mi amigo Alfredo Serrano que no hay que fijarse ni en los egos, ni en las dificultades de la sucesión, ni en los problemas generacionales, sin embargo, yo creo que el principal problema que ha expresado esta elección en Bolivia es una división que tiene que ver con el fracaso del partido-movimiento.
Constantemente veo repetido este patrón. Falla el partido-movimiento sobre todo porque falla la democracia interna, los liderazgos se exacerban, se crean familias, las familias se pelean entre sí y ya viene de suyo todo lo demás. Un partido-movimiento también impediría políticas de derecha.
No es que el gobierno pierda porque hace políticas de derecha sino que el gobierno hace políticas de derecha porque ya está perdiendo esa posibilidad de que el partido oriente con su programa que es el con el que se presentan las elecciones cuál debe ser el rumbo del país y por tanto más allá de los análisis que por supuesto son siempre necesarios, Bolivia tiene que pensar que primero es el movimiento social y que luego es el partido y que cuando el partido desoye esa expresión nacida de los movimientos sociales, de los estallidos, de las protestas, de los movimientos indignados, cuando el partido ya no representa eso sino que es un decantado ya degradado de eso pues lo que tiene que hacer es volver otra vez a pensar en el movimiento.
Repito, elección terrible para la izquierda de todo el mundo todo lo que ha ocurrido en Bolivia y un aviso a navegantes, la división es la antesala siempre de la vuelta del regreso de la derecha.