Por Jesús Rivero, Redacción revista TU VOZ. Rosario, Argentina.
Kiev se convirtió en un referente de la industria de drones de combate en tiempo récord, y Moscú esta dispuesta a superarla.La alianza estratégica Moscú-Pyongyang ha dejado los márgenes para convertirse en un eje estructural con implicaciones directas en la evolución de la guerra geográficamente en Ucrania y en la arquitectura de seguridad de Asia oriental.
Según fuentes japonesas y occidentales, Pyongyang ha comenzado a enviar un ejército de hasta veinticinco mil trabajadores a la zona económica especial de Alabuga, en la República rusa de Tartaristán, para producir de forma masiva drones Shahed, de origen iraní, utilizados por Moscú como arma principal de saturación y ataque en Ucrania.
Lo específico de esta colaboración no gratuita es la transferencia de conocimientos operativos, formación en el uso de sistemas no tripulados, y un componente de ayuda de reconstrucción en zonas de combate, como Kursk, que ha sufrido daños importantes desde la ofensiva ucraniana en agosto de 2024.
La llegada de personal norcoreano no sólo representa una solución a la creciente escasez de mano de obra cualificada en Rusia, sino que además contribuye a consolidar un eje político y militar basado en intereses convergentes frente a Occidente.La fábrica de Alabuga epicentro del programa ruso de drones Shahed, produce actualmente unas dos mil unidades al mes con el objetivo de llegar con esta cooperación de Pyongyang a cinco mil unidades por mes.
El refuerzo logístico tiene como fin garantizar la continuidad de la producción incluso bajo amenaza directa ya que la planta ha sufrido de firma repetida ataques de drones ucranianos.Ante esto la necesidad de Rusia de mantener la presión sobre las defensas ucranianas ha convertido a los Shahed en la columna vertebral de su ofensiva aérea.
Estos vehículos se modifican para portar cargas explosivas mayores y en algunos casos elementos de autonomía que los hace difíciles de interceptar.El envío de veinticinco mil norcoreanos no se limita a la producción.
Tras la visita actual a Pyongyang del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, confirmó la incorporación de mil zapadores norcoreanos y cinco mil obreros civiles que participarán en la reconstrucción de infraestructuras destruidas en Kursk.Esta región invadida por fuerzas ucranianas en agosto de 2024 y restituida por Rusia tras veintiún días de combate, ha quedado muy dañada.
En este sentido Moscú considera su reconstrucción importante tanto en términos de moral nacional como de sostenibilidad logística del frente, sumado a que el Kremlin percibe a los migrantes centroasiáticos como políticamente inestables y potencialmente vulnerables al reclutamiento por servicios de inteligencia occidentales o ucranianos.Esta alianza estratégica con trabajadores norcoreanos en tierra rusa no es gratis ya que Moscú esta asesorando en forma activa para mejorar la precisión de sus misiles balísticos KN-23, también reforzar las capacidades de los submarinos nucleares, específicamente en lo referente al lanzamiento de misiles desde plataformas sumergidas.
Agregado a mejorar la capacidad ofensiva de Corea del Norte. En este sentido Pyongyang esta mejorando con apoyo ruso la infrestructura necesaria producir versiones locales de los drones Shahed.Este cambio representa una evolución estratégica para un país que hasta hace poco operaba desde los márgenes de las grandes cadenas de producción militar global, pero que ahora se perfila como uno de los actores principales en la guerra tecnológica asimétrica.
Este frente geopolítico-estratégico Moscú-Pyongyang de tecnología-militar ubica en otro nivel a esta alianza que no es sólo militar, sino estructuralmente macro-económica-política frente a la gran estructura occidental.