En solidaridad , EEUU.

Saludos liminales en este pasado 20 de diciembre, el último día del otoño en el hemisferio norte. También desconocido como el Día Internacional de la Solidaridad Humana desde 2005, año en que la Asamblea General de la ONU decidió que hacía falta un día especial para (cito textualmente de su página web):


.-Celebrar nuestra unidad en la diversidad;
.-Recordar a los gobiernos que deben respetar sus compromisos con los acuerdos internacionales; Sensibilizar al público sobre la importancia de la solidaridad; Fomentar el debate sobre las maneras de promover la solidaridad para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros, el objetivo de poner fin a la pobreza; Y, finalmente, actuar y buscar nuevas iniciativas para la erradicación de la pobreza.

Como ya dijo Hamlet, muy perspicazmente, palabras, palabras, palabras. Reinterpretado en el siglo XXI por Greta Thunberg como bla bla bla.

Pues, en este día tan bien intencionado, que además precede a unas fechas TAN entrañables en gran parte del mundo cristiano, quiero hablaros de un dato que pone de relieve el espíritu que anima a mucha gente en mi país de adopción.

Y no es ni más ni menos que en EEUU hay más armas de fuego que personas, al menos 120 armas por cada 100 personas, según un reportaje de la CNN que tiene en cuenta solo las armas registradas. Que, por supuesto, no son todas las que hay en circulación porque en diferentes estados, con diferentes tipos de armas, no hace falta llevar registro de venta. Pero incluso con esta baja estimación, se trata de la tasa más alta de todos los países del mundo, y el doble de la del segundo país en la lista, Yemen, que tiene 52 armas por cada 100 personas. 
¿A que esto os anima a venir a hacer turismo? Pues si venís, podréis conocer a muches estadounidenses que insisten en que el poseer armas es un derecho histórico garantizado por la Segunda Enmienda a la Constitución, lo cual es entre debatible, impreciso y engañoso. Lo que decía esta enmienda de 1791 (cuando había que volver a cargar la inmensa mayoría de escopetas y pistolas después de cada disparo) es que (cito) “Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido.” Es difícil saber qué exactamente tenían en mente los legisladores que urdieron esta ley, pero es muy posible que esté relacionado con la idea de defender como nación su recién ganada independencia del Imperio Británico contra cualquier fuerza que intentara subyugarla. De hecho, hasta 1959, todos los artículos que se referían a la Segunda Enmienda dejaban claro que el derecho no era individual y no daba, como asumen les defensores a ultranza de las armas actuales, la libertad de poseer arsenales propios para volarle los sesos a quien te mire mal, o haga jogging en un barrio rico no siendo de raza blanca, o ponga el pie en tu jardín, o vaya al colegio o a un supermercado un día que te has levantado del pie equivocado…

En realidad, el mito del cowboy individualista que necesita proteger su libertad, su independencia y sus armas por encima de todo se forjó, como tantos otros males que nos afligen ahora, en el partido Republicano del presidente vaquero Ronald Reagan. (Ah, y hago aquí un inciso para aclarar que no se pronuncia “rigan”, sino “regan”. Bueno, Reagan, con el acentazo.)

¿Y qué buscaban estos tipos duros? ¿Se os pasa algo por la mente? Si habéis pensado “acabar con el socialismo de los programas de posguerra del New Deal, que amenazaban la supremacía blanca”, enhorabuena – habéis dado en la diana.

Hasta 1977, la Asociación Nacional del Rifle (NRA) abogaba mayormente por el control de las armas de fuego, que se concebían sobre todo como equipo deportivo para la caza. Pero un sector ambicioso de la organización decidió entrar en política, apoyando la campaña de Reagan y buscando la desregulación. Y de aquellos barros, estos lodos. Hoy la NRA, financiada por la industria manufacturera de armas, es uno de los 3 lobbies más ricos y poderosos en Washington y destina 99% de su dinero a candidates del partido Republicano. Gracias a su influencia, en 2008 el Tribunal Supremo decidió que la Segunda Enmienda protege los derechos individuales, y desde entonces ha financiado exitosas campañas a todos los niveles del gobierno (local, estatal y federal) para eliminar cualquier tipo de restricción, la más reciente este verano en el estado de Nueva York.

Y, sin embargo, el porcentaje de la población que posee armas de fuego ha ido disminuyendo lentamente desde la década de los 70. Según un estudio del Centro de Investigación Pew, en 2017 solo un 3% de la población era dueña del 50% del total de armas registrado. Y quienes tienen armas suelen responder a un perfil muy claro: hombres blancos que residen en zonas rurales y se identifican como Republicanos. Para las personas a quienes les gustan los números aquí van algunos datos del estudio mencionado: 

  • 59% de hombres blancos dijeron tener armas, frente al 24% de mujeres blancas y el 24% de hombres no blancos. 
  • Quienes menos armas poseían eran las mujeres de color, un 16%. 
  • Un 44% de quienes decían pertenecer al partido Republicano tenían armas, frente al 20% de Demócratas.
  • Un 46% de la población rural tenía armas, frente a un 28% de habitantes de áreas en la periferia de ciudades y un 19% de urbanitas.
  • Y mientras que 16% de personas que viven en estados del Noreste (Nueva Inglaterra) decían tener armas, en el sur, medio oeste y oeste la cifra sube al 30%.

Finalmente, os doy otro dato de este año sobre los motivos que alegan quienes dicen poseer armas: un 56% es para la caza; un 70% para hacer tiro al blanco/plato, etc.; y un 88%, para protegerse. A pesar de que muchísimas armas del arsenal actual no fueron diseñadas para la caza, el deporte o la defensa, sino más bien para la aniquilación instantánea de masas.

Si, en estos tiempos de polarización y violencia política, el riesgo de un conflicto civil armado es alto en países que controlan y prohíben las armas, os podéis imaginar la angustia de quienes vivimos en EEUU y no compartimos esta visión del mundo.

Cierro la columna de hoy volviendo al principio, para contaros que casi nadie en este país sabe cómo traducir el adjetivo “solidario” a inglés. Todo el mundo conoce el sustantivo, “solidarity”, pero preguntadle a la gente qué significa “solidary”. Según mis exhaustivas investigaciones informales entre amigues y allegades, el 100% de encuestades no ha oído esta palabra antes y piensan que lo que quiero decir es “solitary” – “solitario”. Pero no seáis malpensades y saquéis conclusiones erróneas, que esto no revela nada de la psique de les estadounidenses. 

Y ya sin más os deseo ¡un feliz día de la solidaridad humana!

Celeste Delgado Librero , Redacción de Revista TU VOZ, Delegación EEUU- Canadá.

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