Por Walter C. Medina
ENTREVISTA A DIEGO MOLINA
Diego Molina, Secretario de Presidencia del Mercosur -uno de los escalafones más altos en la nómina de funcionarios de éste organismo- y ex Director de Relaciones Internacionales del Parlamento Latinoamericano Parlasur, dialogó con Francisco López durante el bloque “La Entrevista” del programa radial “Cenizas de Babilonia.
Diáspora Española”, que emite AM830 Radio del Pueblo. Molina, recientemente llegado de Brasilia con motivo de las elecciones municipales que se celebran en Brasil, hizo hincapié en la importancia que tiene para la geopolítica actual la vigencia del Mercosur. “Creo que el Mercosur tiene un potencial protagonismo importante no solo en los intercambios comerciales sino también en poner en valor a nuestra región que es rica en recursos materiales, naturales, intelectuales, artísticos”, sostuvo.
¿Cómo está la situación actualmente, desde el cargo que tienes en el Mercosur, respecto del resto de Latinoamérica, desde una perspectiva de patria grande?
El cargo es una función, pero el valor agregado que los militantes le damos a los lugares en los que nos toca estar es justamente poder permearnos del latir de los pueblos y de cómo va el proceso de integración. Estoy recién llegado de Brasilia, por las elecciones municipales en Brasil; y ahí hay todo un diagnóstico de un tiempo histórico en relación a una opción fuerte por el centro frente a la polarización que se había dado en algún momento. Es difícil hoy analizar los procesos históricos de nuestra región, de nuestra “patria grande” con primas cerrador.
Se van ensayando nuevas maneras y claramente hay una disputa. Pero cada país va ensayando sobre la realidad, que nos regala momentos muy interesantes como por ejemplo esta transición hermosa que se está dando entre López Obrador y Claudia Sheinbaum, un proceso histórico que aportó a lo social.
También tenemos hoy un intento de golpe para con Petro en Colombia por parte de la justicia electoral que plantea investigar de vuelta las elecciones; y en Argentina también estamos en un escenario muy complejo, pero vemos también una movilización activa, callejera, una expresión de a poco va creciendo. Entonces creo que el diagnóstico es el de un territorio en disputa, donde quizás mecanismos y modos que habíamos ensayado hasta hace un tiempo, hoy ya no alcanzan a contener la expectativa de la gente y tenemos que reinventarnos para también nosotros encontrar nuestra relación con el pueblo.
Lo que hemos visto estos últimos años es que cada vez que la izquierda o el progresismo ha estado en el poder, se ha incentivado esa identidad cultural de emancipación sobre España, en este caso sobre los colonialismos. ¿Crees que los gobiernos de derecha sirven pata destruir toda esa identidad latinoamericana?
Claro, y también todo el drama social que pueda ser una respuesta a intenciones de saqueo, de expoliación de nuestros recursos naturales; todo aquello que de autoestima colectiva a nuestros pueblos es algo que se va lesionando.
El Papa Francisco habla de una tercera guerra mundial en cuotas que tiene toda un aspecto cognitivo, que tiene una metralla informativa que apuesta todo el tiempo a lo emocional y que a partir de lo emocional se condicionan nuestras decisiones, nuestra acciones.
Yo creo que se ha exacerbad el individualismo; y eso pasa no solo en el ciudadano común, sino en los militantes, en los dirigentes que hemos abandonado la disciplina de un proyecto estratégico por tratar de ser protagonistas, ver si tenemos más “me gusta”, más likes; y desarrollamos esquemas puramente prácticos e inmediatistas, donde lo único que queremos es que nuestro nombre y nuestro individualismo esté presente.
Yo creo que hay un plan estratégico que acciona a un mecanismo foráneo que termina dándole Vaca Muerta a empresas privadas, dándole parte de nuestra soberanía del Paraná a extranjeros o a grupos privados. Y después por otro lado hay todo un mecanismo de nuevas tecnologías que nos fue haciendo olvidar el valor de la militancia como un hecho amoroso y altruista.
Siempre decimos que los partidos tienen que ser partidos en movimiento para llevar los procesos transformadores integrales. Lo hemos visto por ejemplo con López Obrador y con Claudia Sheinbaum en México, en donde se ha constituido algo muy sólido. ¿Crees que por parte de mucho gobiernos, lo mismo que los partidos políticos, se está ordenando el patear la calle con la militancia, o se está buscando el “me gusta” en Twitter o en Instagram, como lo están haciendo en muchos gobiernos, como lo estamos viendo en Argentina, en donde se está gobernando prácticamente a golpe de Twitter con Milei? ¿Crees que hay una degradación de la vida política como tal y de los gobiernos cuando llegan al poder, exceptuando México y Colombia?
La ética de la militancia es el bien común, el salir de mí mismo para poder construir con otro la idea de que nadie se salva solo. Esa es quizás la configuración esencial de la ética de la militancia. Pero nosotros hemos sido también vivenciados a la militancia como privilegio, como el lugar que nos permite tener cargos, que nos dio ascenso social, prestigio y cosas que quizás individualmente hubieran costado más.
Y paradójicamente algunos han incorporado a la actividad de la militancia o de las responsabilidades asumidas cierta meritocracia individual, cosa que no tiene razón de ser porque somos lo que somos porque hay un colectivo que empuja. Creo que ahí hay un quiebre entre la palabra militancia y aquellos que nos asumimos militantes. Y me parece que hay un proceso histórico que muchas veces queda antiguo, que envejece cuando nosotros seguimos creyendo que las cosas que anteriormente no funcionaron van a funcionar ahora.
Por ejemplo, durante un tiempo largo creímos que en Argentina había que hacer propuestas directas a los sectores medios, que había que ganar a ese sujeto social que el peronismo nunca había contenido. Pero ahora estamos hablando de una sociedad que tiene un 52 por ciento de pobres, con lo cual hay que empezar a reinventarse, porque la misma coyuntura fue cambiando.
Hay que re-significar conceptos, reaprender cosas y fundamentalmente ver dónde está el pueblo, qué es lo que la gente analiza como prioridad, qué es lo que la gente ve en nosotros como necesidad para resolver sus problemas cotidianos. No solamente lo que nosotros retóricamente podamos decir sino asumir posiciones y acciones que la gente pueda vivenciar como cercanas y que fundamentalmente les resuelva los problemas que tiene.
¿Qué nivel de implantación territorial tiene ahora el Mercosur?
Bueno, los socios fuertes siempre fueron Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay; ahora se está incorporando Bolivia y después hay otros países asociados. Yo creo que cuando nosotros hacemos un diagnóstico de que hay una geopolítica novedosa que ya habla de una dimensión multipolar y multicultural, porque empiezan a haber otros factores que dialogan, que se encuentran, yo creo que ahí el Mercosur tiene una oportunidad porque los ensayos que han hecho algunos países, como Uruguay y Paraguay, de generar acuerdos de libre comercio, terminan siendo fagocitados por las grandes potencias; o sea China, Estados Unidos o India o Pakistán.
Esta oportunidad hace que el Mercosur tenga conceptualmente una potencia. De hecho estos días la canciller volvió a hablar de la posibilidad de que Argentina se incorpore a los Bricks. Los mecanismos de integración regional son esenciales en este nuevo momento histórico. Yo creo que el Mercosur, después de dieciocho años de funcionamiento, ha logrado tener dinámicas institucionales que avanzan; pero esas dinámicas institucionales no siempre entran en diálogo con las posturas políticas de los gobernantes.
Pero frente a la situación geopolítica actual creo que el Mercosur tiene un potencial protagonismo importante no solo en los intercambios comerciales sino también en poner en valor a nuestra región que es rica en recursos materiales, naturales, intelectuales, artísticos; y está todavía en debate el acuerdo con la Unión Europea