Natacha Scherbovsky Antropóloga, militante feminista y de Podemos Argentina, Investigadora en cine, historia e imagen. Especializada en cine Chileno y Latinoaméricano. Integrande la Comisión Directiva de Asaeca (Asociación argentina de estudios sobre cine y artes audiovisuales)
Hace casi un mes (20 de septiembre) asistimos a la presentación del libro del querido Ivan Pinto «El pueblo en disputa». Un hermoso ejemplar que gracias a Mariano Veliz y Natalia Taccetta quienes dirigen la colección sobre estudios de cine en “Prometeo” fue publicado. Ese día presentaban el libro la brillante, querida, siempre lúcida investigadora/docente Natalia T., la realizadora Azul Aizemberg, el zarpado cineasta, teórico, docente y muy polemista Nicolás Prividera y el mismo Iván. En otro posteo conté de qué trataron cada una de las intervenciones x eso en este texto voy a quedarme con algunas ideas y planteos. Natalia planteó que a través de las películas que Iván analizaba («Agarrando pueblo» Ospina y Mayolo, 1977, Colombia; «Tierra en trance», Rocha, 1967, Brasil y «Realismo socialista», 1973/2023, Chile) se expresaban las utopías de un pasado revolucionario propio de los ’60, ’70 que no se veía amenazado por un futuro anarco-capitalista.
Prividera en su disertación planteó que si el libro versaba sobre el concepto «pueblo» la pregunta para hacerse era ¿dónde estaba el pueblo hoy!! ¿A qué pueblo nos referíamos? Sosteniendo una mirada pesimista (que verdaderamente yo compartía porque hasta hace unas semanas atrás no veía más que derrotas y cuando me ilusionaba todo parecía frustrarse) afirmaba que no había pueblo, y si lo estaba no se encontraba en Palermo, espacio en el cual estaba sucediendo la presentación del libro (en la sede de Fondo de Cultura Económica). También planteó que el cine de izquierda no era el que más llamaba la atención dentro del conjunto social y que los artistas de derecha eran lxs que estaban triunfando. Hasta acá ese momento y esas ideas.
La semana pasada, a horas de la marcha universitaria, el martes x la noche, el adorado amigo, compañero docente/escritor/pensador/militante de la vida Sebastian Russo Bautista preguntó en un breve texto que escribió a modo de reflexión urgente: “Los días por venir”. ¿Por qué marchamos? (Relámpagos, Ensayos para una patria de la felicidad, 2024) Retomando la canción/poema de Mario Benedetti: «¿Por qué cantamos?» (Alberto Favero, letra de Mario Benedetti, 1978). Esbozó un texto hermoso y retomó versos inolvidables de esa poesía. Allí el Seba empezó a ver las razones de la marcha y lo que podía resurgir. Siguiendo el optimismo de la voluntad, de estar todos los días en la calle, enseñando en el conurbano bonaerense, yendo a las facultades de José C. Paz, La Matanza, San Martín…
La marcha del 2 de octubre para acompañar la ley de financiamiento universitario y exigir que se cumpla, fue gigante en varias ciudades del país. Fue increíble la cantidad de gente que salió ese miércoles.
Sin embargo, a pesar de esa fuerza docente-estudiantil que estaba emergiendo, el “presidengue” Javier Milei, vetó esa misma noche la ley de financiamiento universitario y otra vez nos sentimos derrotados.
Pero como la historia no es lineal como la estoy contando sino que estalla, se desborda y como dijo ayer Myriam Bregman (Programa “Vale todo, 2024) resurgen sujetos políticos que hasta el momento no estaban en escena o siguiendo a Chile y a su estallido social (octubre del 2019) estaban «dormidos».
El martes de esta semana (y acá discúlpenme pero los tiempos se aceleran, se vuelve todo una vorágine que es muy difícil saber/entender/comprender cómo fue que pasó todo en tan poco tiempo) faltando pocas horas de la nueva sesión en diputadxs que convocaban para ratificar o no el veto de Milei, lxs estudiantes empezaron a tomar facultades en diferentes universidades de país.
El tiempo ahora se intensificó y en una noche las Facultades de Cs. Sociales, Psicología, Filosofía y Letras, el Colegio Pellegrini, Fadu de la (UBA) se tomaron. El rectorado de la UNCuyo en Mdza fue ocupado. Lxs estudiantes de La Plata, de UNPAZ, La matanza, de Humanidades y Artes en Rosario (UNR) entre muchísimas otras se levantaron y se pusieron en acción.
Amanecimos entonces el miércoles 9 de octubre con alrededor de 26 tomas y vigilias en todo el país expectantes de lo que pasara en diputadxs. Ya las voces de la noche anterior: los cantos, los discursos de lxs estudiantes, empezaban a emocionarnos.
Algo de lo viejo, de las tradiciones de lucha estudiantiles, estaba resurgiendo y nos empezamos a preguntar qué estaba pasando, aún sorprendidxs. Este miércoles luego de que el Congreso ratificara el veto, se abrió el cielo y a partir de las 15.30 no fue un día normal como diría Fito Paez.
Lxs estudiantes expresaron la bronca, se juntaron, se unieron, gritaron consignas, sobrepasaron a sus dirigentes o referentes y decidieron seguir con las tomas, armar pliego de reivindicaciones, y darle para adelante con todo. Ayer Myriam B. decía que venía sosteniendo que el movimiento de resistencia o de lucha iba a surgir desde abajo, desde la solidaridad, del compañerismo y asi está siendo.
Para la semana que viene hay todo un plan de lucha que veremos cómo los docentes se pliegan, se suman, acompañan, qué hacen porque en la mayoría de las tomas no han habido grandes presencias de docentes (lamentablemente). Algunxs, muy pocxs, acompañaron pero no con el compromiso que esta escena, este conflicto social amerita.
De todos modos, ¡algo pasó! Volvimos a ser pueblo! Salimos docentes, no docentes, estudiantes, diferentes sectores sociales, a LUCHAR por la universidad pública, gratuita, laica, de calidad. Ayer la bronca era inmensa pero la alegría y la fuerza también.
Todo junto expresándose. Hicimos pueblo porque de nuevo basta con escuchar la claridad de lxs estudiantes en las asambleas autoconvocadas, en las plazas, en las facultades, la definición que tienen de que no van a renunciar a nada, que no van a dar marcha atrás sino que están decididxs a continuar porque es la posibilidad de estudiar, de seguir apostando por transformar sus historias personales y colectivas.
En un contexto de muerte, de desolación, de desesperanza, el movimiento estudiantil despertó!!!! Y nos trajo una bocanada de aire fresco. Ver los cuerpos colectivos, agitando, moviéndose, colmando las imágenes que querían captarlxs, xq son miles y miles, escuchar la claridad politica que tienen cuando toman los micrófonos, las razones que expresan por qué estaban ahí, por qué marcharon, por qué están luchando me/nos devuelve la esperanza que tuve/tuvimos primero con lxs jubiladxs, luego con lx docentes secundarios, terciarios, primarixs y ahora con lxs pibxs.
Ayer me decía un psicoanalista amigo: «la vida siempre puede»!¡Y es cierto querida Nati! La esperanza revolucionaria sigue estando, resurgió, se vislumbra. No sé, porque creo que nadie puede saberlo aún, pero quizás la narrativa libertaria empiece a enterrarse, a socavar o por lo menos su hegemonía a resquebrajarse.
Esa noche del 20 de septiembre cuando faltaba un día para que terminara el invierno tu texto me hizo emocionar pero la angustia que sentía hasta ayer mismo como lo charlamos me estaba lastimando muchísimo. La tristeza de Nicolás, el pesimismo de la razón, que compartía me hacían llorar todos los días desde el fatídico domingo de noviembre del 2023 cuando se supo que Milei era el nuevo presidente. Pero la primavera empezó.
Estas últimas semanas y entrado octubre, con esta tradición de lucha que carga este mes (sabemos que las fechas de los calendarios son fuertes y marcan) vivimos ese «instante de peligro».Ayer, por primera vez, en muchísimos meses, no lloré y si lo hice fue de emoción! No de pena, no de tristeza, no de impotencia.
Algo cambió, creo o quiero creer, como decía Myriam B.? (mi presidenta) que este conflicto no va pasar, no será pasajero, como escribió Juan Elman, «Nada será como antes» (Ediciones Futurock, 2022) luego del miércoles 9 de octubre.Una nunca sabe qué es lo que prende la mecha de un conflicto. Nadie creyó que x 30 pesos de aumento de un colectivo lxs estudiantes iban a saltar un molinete y luego el pueblo chileno se uniría y generaría un estallido social. Porque como ellxs también plantearon: «No son 30 pesos, son 30 años». Ojalá este sea el comienzo. Ojalá podamos cantar «Argentina despertó» como gritaron durante meses lxs hermanxs trasandinos.
Pero, a diferencia de ese estallido, espero que acá podamos organizar la fuerza, no se genere un espiral de violencia estatal, de terror. Que estén/estemos lo más cerca posible para que no pasen luego abusos policiales, detenciones, desapariciones, violaciones, etc. Ojalá aprendamos de esta lucha reciente y de todas las que hacen nuestra historia social. El cine de izquierda o que fuera potente y genera acciones, levantamientos, sí existe. Está en «Puan» (2023) de María Alché y Benjamín Neishtat que se adelantaron con su mirada y representaron un escenario en el que podía volver a suceder esta situación y pusieron en imágenes a docente, estudiante, decana, de Filo todxs juntxs acompañándose, enfrentándose a la policía.
En esas escenas las mezquindades universitarias se dejaban de lado, los personajes se transformaban y todxs ponían el cuerpo para sostener la toma de la facultad. También está en el «Jockey» (2024) en la última película de Luis Ortega, en esos personajes q a pesar de estar en las ruinas y sobre ruinas, a pesar de estar sometidxs, sujetadxs, presos, convertidos en animales, deciden morir y empezar otra vida. Una en la cual puedan elegir, cambiando todo lo que tengan que cambiar para ser ellxs mismxs, para vivir bien, mejor, consecuente con sus deseos.
Convirtiéndose de nuevo en personajes humanos, autónomxs, libres y responsables de sus elecciones. En ese maravilloso personaje que construye Nahuel Pérez Biscayart se condensa todo esto y más (pero no voy a spoilear).
Estemos felices compañerxs, amigxs, colegas, cineastas, investigadorxs, docentes, luchadorxs de la vida: el pueblo está en las calles nuevamente, en las plazas, en las facultades. Está en La Matanza, en José C. Paz, en Salta, en Jujuy, en Santiago del Estero, en Trelew, no solo en las grandes capitales. Las personas de otros sectores sociales se están solidarizando cada vez más. Venimos diciendo que la lucha es una: jubiladxs, trabajadores de la salud, del arte, la cultura, de la educación, los reclamos en los barrios populares.
Que en todas tenemos que estar y acompañar. Sostener y no abandonar (No estoy sacrificando ni exigiendo nada a nadie. En esta época en dónde mucho sucede virtualmente hay mil formas de estar y acompañar).Sigamos construyendo pueblo desde abajo, pueblo que desborda, pueblo que es consciente, que no escucha más la tele y lxs periodistas basura, que se hartó de los discursos destructivos, enfermos, crueles. Pueblos lúcidos, comprometidos, potentes, aguerridos, pueblos con todxs esta vez.
A diferencia de los ’60/70 en este pueblo estamos y entramos las mujeres, lesbianas, homosexuales, trans, bisexuales, disidencias. Un pueblo diverso, que acepte las diferencias y que no repita lo peor de la izquierda. Sino que tome lo mejor y que construya su propia historia y su propia lucha.Ahí estaremos para acompañar y ser parte. Porque lxs que observan y se quedan quietxs en este instante, como decía Frantz Fanon (“Los condenados de la tierra”,1961), son cómplices o traidorxs.
Un abrazo gigante con la esperanza que veníamos sintiendo pero que la desilusión nos venia opacando. Con las contradicciones a flor de piel. Pero percibiendo al mismo tiempo que podía ser diferente. Por algo este año iniciamos el cine club con la película «El viejo roble» de Ken Loach (2023). Había que esperar un poco más. Creer/imaginar/confiar en nosotrxs, en ese amor popular real.