por Walter Medina desde Argentina
Refugiado en Argentina desde hace seis años por los procesos políticos en Colombia, Cristian Martínez un es líder campesino y referente de Refugio Humano que no ha podido mantener sus condiciones de seguridad, como tampoco lo han podido hacer otros tantos dirigentes sociales, periodistas o sindicalistas que se opusieron al régimen uribista.
Están llegando a Colombia exiliados que tantean el terreno. ¿Cómo ves el retorno de la gente amenazada, en las condiciones que ofrece el gobierno de Gustavo Petro y de Francia Márquez?
Precisamente en estos momentos está viajando a Colombia nuestro compañero Alexander Angulo por segunda vez ya en este gobierno de Gustavo Petro, para realizar trabajos que se necesitan. Sucede algo en Colombia, y es que hace falta mucha mano de obra que se haga cargo de las herramientas que tiene el gobierno con el Plan de Desarrollo Nacional que se ha empezado a implementar. Hace falta mano de obra, cuadros políticos y técnicos que bajen al territorio. El compañero Alexander está viajando en estos momentos. Hace unos meses él ya estuvo en Colombia y nos contó que las condiciones de los líderes sociales, de los líderes campesinos, de las mujeres, de los estudiantes, sobre todo de la Colombia profunda, con diversos grupos armados de distintas corrientes ideológicas, no son buenas.
Lo que se descubrió en la Unidad Nacional de Protección es que hay unos sectores que están dentro de la Unidad Nacional de Protección que responden a intereses privados de ganaderos, de gente muy peligrosa que siempre ha gustado de tener su ejército privado. Y estas redes dentro de la UNP lo que han hecho es brindar recursos como camionetas, inteligencia, seguimiento geolocalizado. Han respondido a intereses de personajes muy oscuros y de orígenes del narcotráfico y totalmente contrarios a la vocación popular que ahora el gobierno de Gustavo Petro lleva como bandera. Nosotros los refugiados salimos de esta Colombia profunda y olvidada, y ahora tenemos la posibilidad de retornar para llevar los insumos que por lo menos desde Argentina hemos podido tomar. Insumos como son las luchas populares, los distintos niveles de organización, las formas de llevar adelante y de unir al pueblo. Estamos totalmente fragmentados y el tejido social colombiano está tan profundamente dañado que se están discutiendo principios y cuestiones tan básicas como el derecho a la vida y a la democracia. Partiendo desde ahí me parece que estamos en condiciones de construir bajo el liderazgo. Pero más allá del liderazgo el pueblo colombiano está a tiempo de construir un movimiento que más allá de las cuestiones ideológicas nos una a los colombianos por la vida.
Yo estaba en la región de Magdalena Medio Colombiano, una región muy estratégica para la ruta del narcotráfico como para los grupos armados que siempre se han movido a lo largo y ancho de país. Es una zona de características muy particulares. Allí siempre ha habido muchísima presencia paramilitar y hacer política allí es prácticamente tener un tiro al blanco en la espalda. Estuvimos desde el 2012, con la creación de Marcha Patriótica, nos involucramos como asociación de campesinos de la provincia de Santander. Y nos embanderamos con el proceso de paz que convocó a estudiantes, campesinos, líderes y a toda la ciudadanía colombiana a que se terminara la guerra. Estuvimos haciendo campaña por el plebiscito del Sí a la Paz del 2016, estuvimos socializando los acuerdos de paz. Ya en el 2016 cuando se firma y se da implementación, comienza una persecución y se reactivan unas estructuras locales que nos avisaron “hasta acá llegaron ustedes”. A mí, particularmente me tocó presenciar una amenaza cara a cara. Me pidieron que saliera del territorio y me dijeron cuántas horas tenía para irme. Es muy feo; es un momento en el que uno no sabe qué hacer. Parte de la política colombiana se ha alimentado muchos años de los héroes muertos. Somos un cementerio de héroes muertos. Decidí salvaguardar mi vida y me vine a Argentina a solicitar refugio. Y acá me encuentro con otro panorama político, se me abre la cabeza y comenzamos a reunirnos con un grupo de emigrantes de Paraguay y de Bolivia.