De los casi 35 millones de votos, el 7% provienen de los españoles que residimos en el exterior siendo la diáspora la tercera provincia en población en España. Cuando incluimos a los menores esta cifra llega a 2.7 millones de ciudadanos españoles que no residimos en España.
De la cifra actual gran parte son emigrantes que salen de España en busca de un futuro mejor, muchos son hijos de ciudadanos no originarios de España que vuelven al país de sus progenitores como ciudadanos españoles, y muchos son bebés nacidos en el exterior. Los emigrantes nacidos en España son la parte que proporcionalmente baja más anualmente.
La cifra de españoles mayores de edad en el exterior desde 2018 ha subido un 13%, unos 260 mil nuevos emigrantes y la Ley de Memoria Democrática (LMD) va a empujar a que haya un incremento incluso superior, una vez soliciten la nacionalidad aquellos que puedan acogerse a la disposición adicional 8ª de esta ley.
La LMD va a incrementar este número de españoles y españolas, y esta semana la amiga Ana, emigrante veterana en Londres, que perdió la nacionalidad por casarse con británico me comunicaba que su hija y nietos podrán tener la nacionalidad española tras décadas de ser ninguneada e ignorada, ante la falta de posibilidades que nuestras leyes daban a nuestros descendientes… hasta la LMD, pero solo por 2 años.
El jueves 2 de marzo el Instituto Cervantes de Leeds organizaba una charla con la ilustre periodista Lucía Asué Mbomio Rubio, que durante casi 1 hora explicó sus experiencias como ciudadana española con ascendencia guineana.
Para un emigrante como yo, con más de 25 años en Reino Unido, muchas de sus vivencias, experiencias e historias resonaban y mucho, y además desde diferentes puntos de vista: desde el españolito con unas preconcepciones, privilegios y cultura que es difícil de superar (en sus aspectos negativos) a la del emigrante que busca su futuro en una tierra que no es la suya.
Lucía hablaba de las mujeres españolas que se casaban con guineanos en plena dictadura, de lo que escribió en ‘Las que se atrevieron’ (editorial Sial Pigmalion) y de su búsqueda de un espacio en una España en que el ser negro era exótico, y se usaban (y se usan) tópicos normalmente peyorativos e hipersexualizados.
Estas familias de diferentes orígenes eran los raros en nuestras ciudades en los ’80 y ’90, y la bendita inmigración ha ayudado a que ahora en nuestras ciudades las nuevas generaciones tengan amigas y amigos de diferentes orígenes o religiones… pero aún hay mucho trabajo por hacer para acallar las voces xenófobas, retrogradas, racistas, misóginas y homófobas que tenemos en nuestra sociedad.
No hemos ido de 0 a 100 y países como Reino Unido que desde fuera vemos como muy avanzado aun sigue trabajando en este aspecto, con cuotas, presupuestos en los departamentos de recursos humanos para asegurar la inclusividad, y mucho trabajo en la educación de nuestras hijas e hijos.
Seguimos en nuestro día a día con preconcepciones y asunciones que por muy inclusivo y moderno que te creas, seguimos usando.
Lucía hablaba de la idealización del país de origen del padre o la madre, y vemos cómo nuestros descendientes siguen con una idea de un país perfecto, que es lo que experimentan cuando van unos días de vacaciones y sin ninguna obligación.
La idea de España variará mucho si vives en Reino Unido o si naciste en Cuba o Brasil, y estos españoles y españolas nacidas en el exterior, por desgracia, no serán tratados como ciudadanos plenamente españoles por multitud de razones equivocadas que pasan desde su acento, a su color de piel.
España no trata como española a Lucía Mbomio a pesar de ser de Móstoles y vivir en Alcorcón.
Lucía sufre lo que denomina muy bien la “pregunta con eco” que le hacen cuando conoce a alguien y quieren asegurarse de su procedencia… ‘¿de Madrid, Madrid?’… y así toda su vida.
Pero este ejemplo de pregunta sin tacto yo la he hecho y me he sentido ridículo inmediatamente después.
Hace unos años el Chojín, asiduo visitante de Leeds, dio un concierto y al salir me puse a hablar en inglés con un chico negro que yo asumí que era británico, y en perfecto ‘madrileño castizo’ me dijo que no entendía ni papa de inglés… dando por sentado la españolidad según unas apariencias… y lo hago yo que tengo una sobrina vallisoletana negra.
Hay un gran componente de ignorancia hacía parte de la ciudadanía española y les invisibilizamos, no solo de manera individual sino desde las instituciones. Muchas veces nuestras instituciones permiten que se discrimine a la población, dificultando la interacción, y a los colectivos discriminados de manera habitual, la digitalización de los procedimientos está creando asimismo una discriminación tecnológica con aquellos que no tienen capacidad de usar nuevas tecnologías o no tienen los dispositivos y redes para hacer los trámites en sus casas. En vez de reducir la discriminación, a veces se incrementan.
Es de aplaudir el esfuerzo que realiza el Consulado General de Manchester, con la cónsul Laura García Alfaya a la cabeza, en hacer sentir bienvenidos a ciudadanos españoles que tienen como primera lengua otra diferente al castellano, como es el caso del urdu y facilitando los trámites teniendo en plantilla a trabajadores con los conocimientos en otras lenguas que permiten asistir a los principales colectivos que tenemos en esta demarcación.
Lucía Mbomio y sus libros permiten abrir una conversación sobre la identidad, el sentido de pertenencia y la poca empatía que a veces tenemos. Curioso cómo para unas cosas pedimos ‘papeles’, y a veces a estos ‘papeles’ se les quita valor si tu acento, color de piel o apariencia no cumple sus estándares.
Las preconcepciones y la cultura en la que hemos nacido influyen y mucho pero hay que evolucionar y evitar errores y generalizaciones. Debemos reconocer nuestros privilegios como ciudadanos por algunas de nuestras características, así como necesitamos reconocer y aprender a convivir y defendernos de las discriminaciones que podemos sufrir.
David Casarejos, Presidente de la Comisión de Derechos Civiles del CGCE.