ENTRE ALERTAS Y CONSENSOS AISLADOS

Por: Martha Pérez, desde República Dominicana

El despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe con la intención por todos conocida ha activado una alarma permanente en la región desde agosto pasado y a la vez una suerte de consensos de los países de América Latina, aunque con ciertos matices en sus posiciones. La alerta, calificada por gobiernos de distintos tintes políticos, por naturaleza obedece al calibre tecnológico y militar de la flota apostada en el mar territorial con su foco hacia Venezuela; el consenso, aún aislado, surge del rechazo internacional dentro y fuera de la región, incluidas potencias euroasiáticas y organismos multilaterales que han fijado posición frente a este despliegue.

Las alertas suben de color mientras avanzan los días, dado que, el objeto de tal despliegue, iniciado en agosto pasado, tenía la justificación visible de la lucha antidrogas en la región, con énfasis en supuestos carteles de la droga instalados en Venezuela. Las consecuencias de estas operaciones han sido más de veinte “narco lanchas” voladas y más de ochenta víctimas mortales oriundos de distintos países de la región, sin ninguna noticia sobre droga incautada ni cadáveres a la vista. Opiniones calificadas han venido advirtiendo que tales operaciones encubren un objetivo político contra Venezuela, lo que ha ido quedando claro con los mismos enunciados del presidente estadounidense en sus redes sociales.

Ahora se advierte que el objeto físico es el gobernante de la República Bolivariana de Venezuela a quien Estados Unidos no quiere en el poder, mientras que el objeto geopolítico son los recursos naturales de esa nación, cuarto productor mundial de petróleo.

El termómetro de las alertas está marcando que “muy pronto” Estados Unidos tomará medidas contra Venezuela, pero no se sabe cómo, cuándo ni qué hará, por lo que frente a este escenario varios países han fijado posiciones públicas en defensa de la soberanía regional rechazando todas formas de intervención militar, lo que presenta una configuración en la geopolítica que pone de manifiesto una correlación de fuerzas alejada de Washington y sus estrategias de dominación. Se dice que el 70% del propio pueblo estadounidense rechaza una intervención militar contra el pueblo venezolano.

Esos actores gubernamentales y de organismos multilaterales, como la CELAC, que se han pronunciado abiertamente dentro y fuera de la región en defensa de la soberanía y contra la intervención, conforman, sin proponérselo, una correlación diplomática, geopolítica y social relevante para actuar como conjunto en defensa de la paz en soberanía, que es lo que está en juego y en riesgo, es la alarma central de esta situación. Independientemente de la “operación antidrogas” que fue el segundo enunciado justificativo de la estrategia, el primero fue el cuestionamiento a las elecciones del 28 de julio en la nación suramericana y se pasó la página, éstos países y organismos debieran unir sus voces de manera contundente en un llamado al diálogo, en el marco del Derecho Internacional y los principios fundamentales de la Carta de la ONU, a fin de crear un ambiente de distención en un momento de profunda inestabilidad global como consecuencia de la apuesta estadounidense a imponer su primacía estratégica en el continente.

En esta unidad diplomática y geopolítica Rusia, China y otros países de Eurasia, que también han fijado posición contra el intervencionismo, pudieran colaborar para configurar en lo inmediato un mapa en defensa de la soberanía regional, evitando así que desencadene un conflicto hemisférico de impredecibles proporciones.

Pese a que las alarmas alertan todo el continente, especialmente el Caribe ocupa pena y vergüenza que no podamos incluir en esa posibilidad de unidad por la soberanía regional a la República Dominicana, porque este gobierno ha entregado la soberanía a los Estados Unidos, facilitando dos aeropuertos en sus áreas restringidas para operaciones militares, pasándole por encima a la Constitución, la Ley de leyes, que en su artículo 3, es lo suficientemente clara respecto al respeto a la soberanía nacional.

República Dominicana, que históricamente tiene tradición de árbitro imparcial, de concertación, mediación, diálogo; que padeció en carne viva tres intervenciones militares estadounidenses, que cuenta con un pueblo heroico, defensor de su constitucionalidad, la han llevado a ceder su territorio para operaciones contra la soberanía regional. Nuestro país está dentro de las alertas, pero negando su historia se entrega y se cierra las puertas al consenso.

Martha Pérez, desde República Dominicana .
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